Un grito estremecedor me sacudió por dentro y me heló los huesos. Era un grito de desesperación, un grito de auxilio, un grito de una lucha ya perdida; que lentamente si iba fundiendo con el silencio glacial de la noche…
De pronto, entre la oscuridad en la que ellos estaban envueltos, pude notar que unos segundos después que mi padre mordiera a aquella chica –Katherine – su figura se tensaba, como si hubiera visto o escuchado algo. Alejó su rostro del cuello de Katherine comenzó a retroceder con el rostro desfigurado por el pánico. Tambaleaba hacia atrás, algo muy poco común en su elegante andar. Parecía realmente perturbado. Podía escuchar el ligero borboteo de la sangre de Katherine saliendo a borbotones que aquella herida; a un ritmo frenético, al ritmo de su corazón.
Entonces, con lo labios aún manchados con sangre, Edward huyó a toda prisa de ese callejón. Dejando detrás de sí una joven con destino incierto y un rastro de manchas color rojo escarlata en la nieve.
Sentí una ligera sensación de vértigo y el piso debajo de mí se desvaneció y por una fracción de segundo no pude ver más que negro. Y después estaba sentada tranquilamente el sillón de aquella cabaña alquilada.
Las lámparas de gas y calles empedradas habían desaparecido. Sólo tenía una mirada de sorpresa de parte de mi padre.
- - ¿Sentiste eso? – susurró mi padre.
Tragué saliva y contesté.
- - Creo que sí.
Entre ese espeso silencio, papá esbozó una leve sonrisa.
- - ¿Edward? – la voz de Alice llamó mi atención.
Ella y mamá había cambiado su posición y estaban más cerca de mí.
- -Renesmee acaba de… - comenzó a hablar él.
- -Probablemente haya sido mi imaginación – lo interrumpí. No estábamos en condiciones de armar revuelo cuando el tiempo se nos estaba escapando y con él, la oportunidad de descifrar todo de una vez por todo – Seguramente todos estamos muy cansados.
Sin pensarlo solté una risilla cansada.
Mamá se sentó junto a mí.
- -Quizás deberías descansar un poco. – dijo mientras tocaba mis ojeras – Intenta digerir esto poco a poco.
Miré su rostro, y una disculpa estaba implícita en sus facciones,. Supuse que ella tampoco la estaba pasando muy bien. Y ya que lo mencionaban, sí estaba muy cansada, toda esa adrenalina que me había estado impulsando las últimas 48 hras se había desvanecido y ahora mi cuerpo estaba cobrando la cuenta. Pero no podía parar, no me iba dar un descanso a mí misma hasta encontrar a Jacob. Era el castigo que yo misma me había impuesto por que aunque no estaba segura, sentía que yo había hecho algo, algo que había detonado la bomba que era Katherine.
- -No. – dije mientras regresaba la mirada hacia papá – Necesito saber. ¿Por qué huiste?.
Sus facciones se crisparon, y por un momento, sentí su dolor. Por que creo que a pesar de todo, él sentía dolor por lo que había hecho o al menos en algún momento de su vida lo había sentido.
- - Sólo al principio – dijo con fiereza, respondiendo a mis pensamientos – Después de todo lo que ella ha hecho, me dí cuenta que el monstruo no soy yo. – Exhaló – Ella pensó en su hijo.
No puedo describir con palabras lo que sentí en ese momento. Es como si me hubieran inyectado hidrógeno líquido, adrenalina y me hubieran sacado en aire de los pulmones, todo al mismo tiempo.
En mi mente simplemente no podían encajar las piezas de la Katherine que yo conocía y una figura materna. Eran como dos polos opuestos.
Pero… pero quizás no siempre fue así. Intenté recordar a la Katherine humana, con esos ojos incautos, que aún reflejaban aquel brillo de la adolescencia recién abandonada.
Algo la hizo cambiar. Alguien.
Mis ojos se dirigieron con rapidez hacia mi padre, quien escuchaba atentamente todas y cada una de mis conclusiones; y en sus ojos pude ver la confirmación de ésa última teoría no formulada en voz alta.
- -Yo sólo… - dijo en voz baja – me marché. A los pocos meses convencí a Carlisle de mudarnos y fue así que nunca más supe de su paradero.
- -Simplemente… ¿Dejaste que se transformara allí? – dije. Y debía de admitir que en el fondo, me sentía un poco aterrorizada, pero noté de que no se enterara mi padre.
Él apretó la mandíbula.
- -Entré en pánico Renesmee – admitió, no sin cierto vergüenza – Todo en lo que yo creía que estaba bien se vino abajo y me dí cuenta que me estaba convirtiendo en todo aquello que detestaba de mi propia naturaleza: un monstruo.
Me sentía aturdida, tantas cosas por digerir, tantas cosas que por años me habían ocultado. Empezaba a dudar si de verdad sabía quien era mi familia.
Más allá de la ventana, el Sol se estaba poniendo, dejando escapar por encima de él algunos rayos color anaranjado, haciendo ver las nubes como pequeños algodones.
Y aún así, con lo que acababa de escuchar no me quedaba claro el por qué era yo su principal víctima. Si en todo casi quisiera venganza, el indicado sería mi padre –aún no me gustaba la idea – no yo y muchos menos Jacob.
Por más de una noche me había quedado despierta, viendo directamente en la oscuridad mientras pensaba qué podría estar haciendo Jacob en esos momentos o peor… qué le podrían estar haciendo. E inmediatamente en mí se abría una herida supurante que ardía cada vez que el nombre de Jacob siquiera pasaba por mi mente. Mis fuerzas se iban agotando cada vez que me topaba con un callejón sin salida. Me sentía tan perdida como el primer día.
- -¿Y qué tengo yo que ver aquí? – pregunté y para mi mala suerte, la voz se me quebró.
Bueno, al menos las lágrimas aún no salían.
- -Ella se está tratando de vengar por lo que yo le “hice” a su hijo.
- -También lo… - comencé a decir pero las palabras se quedaron atoradas en mi garganta.
- -No – dijo él – pero ella cree que la mejor forma de vengarse, por lo que… sucedió es atacando a una de las dos cosas que más me interesan en el mundo: Tú. Para mí, es la forma más dolorosa.
En un retorcido modo, lo que acababa de decir tenía sentido.
- -¿Y Jacob? – mi voz apenas fue un susurro.
- -Al amar otorgas a otros el poder de ser destruido, pequeña – me dijo mientras me acariciaba la mejilla – y tu amas a Jacob.
Con un ligero sollozo todas las lágrimas que habían estado contenidas dentro de mí durante tanto tiempo comenzaron a salir sin control, resbalando por mis mejillas. Los ágiles dedos de mi padre atrapaban una de vez en cuando.
Todo parecía derrumbarse sobre mí. Ahora que lo comprendía todo – o al menos una parte significativa- no podía encontrar el alivio que tanto esperaba, ese que supuestamente te llega con las respuestas.
- -Tu ya lo sabías ¿cierto?, ¿Ya la conocías? – dije con los ojos abnegados en lágrimas y mirando a mamá.
Había algo que sentía que ataba a mamá y a Katherine.
No pudo ocultar ese remordimiento.
- -Sólo la ví una vez. – admitió – Fue después de que los Voulturi vinieran. Apenas tenías un año.
- -¿Qué quería?.
- -Quería… - dijo para dejar la frase inconclusa y mirar a papá con preocupación.
Él suspiró y me volteó a ver.
- -Quería conocerte.
¿Y la dejaron? Le pregunté mentalmente a papá.
- -Ella dijo que sólo quería “recordar lo que le había quietado” – dijo, no sin cierta amargura.
- -Todos estuvimos presentes, no corriste ningún peligro – dijo Alice, en un intento fallido por tranquilizarme. – Además, no ví nada en el futuro que pudiera afectarte. Parecía… infoensiva.
Katherine es inofensiva. Sobre todo, eso. Pensé con sarcasmo.
- -¿A quienes te refieres con “todos”? – temía que más de los necesarios estuvieran involucrados en esto. Si era así, entonces sería oficial que mi vida ha sido una mentira.
- -Sólo nosotros tres y… - papá dejó la frase sin terminar, pero ambos sabíamos a quien se refería.
Jacob.
Papá movió ligeramente la cabeza en una señal de afirmación.
Tragué saliva y algo parecido a un escozor constante apareció en mi pecho, después concluí que era al parecido a un sentimiento de traición.
Busqué entre mis recuerdos algo que me indicara que ya había visto a Katherine antes. Pero nada aparecía; era como si ese día nunca hubiera existido.
Pero a pesar de todo, había algo al fondo de mí que sabía que Katherine si existía, que ese recuerdo siempre había estado dentro de mí y sólo había estado esperando el momento de volverla a ver para regresar a mi mente. Había algo, estaba segura.
Miré a los tres con ojos expectantes y pregunté:
- -¿Por qué no lo recuerdo?.
- -Pensamos que estarías más segura si no lo recordabas.- dijo Alice.
Entonces sí lo viví. ¿Pero cómo podría simplemente…olvidarlo?
¡No!.
Mis ojos se dirigieron rápidamente hacia donde estaba mamá y deseé con todas mis ganas que lo que estaba pensando no fuera realidad.
- -Bloqueé ese recuerdo de tu mente. – dijo, serenamente.
- -¡¿Qué tú qué?! – dije, casi sin aliento.
- -Fue por puras razones de seguridad, Renesmee – dijo papá con seriedad.
- -¡Deja de decir eso! – grité. – Me están diciendo que todo lo que hicieron fue por mi “seguridad” – hice las comillas aéreas- pero parece que fue por puro egoísmo. Por que ¿Advinien qué? Todo les salió mal, ¡todo!.
- -Renesmee…
- -¡No mamá! – la interrumpí – No me voy a tranquilizar. Dime, ¿Eso fue lo único que bloqueaste de mi mente, o hay algo más que deba saber? Digo, si mi vida es un engaño al menos merezco saberlo – dije con amargura.
El único espacio que tenía, que era personal y respetado era mi mente. Donde podía desahogarme y pensar lo que quisiera sin tener miedo a que alguien lo supiera –Papá podía, pero era bastante prudente en el tema-.; había sido invadido, totalmente, desde que era sólo una pequeña.
Apreté los dientes para no intentar llorar, pero ya podía ver esa cortina cristalina frente a mis ojos.
Estaba de pie frente a ellos, quebrándome por dentro y ellos parecían no tener nada por lo cual arrepentirse.
- -Todo esto es su culpa – dije – si encuentro a Jacob… muerto – me constó pronunciar esa palabra – será todo su culpa.
Y con las mejillas empapadas en lágrimas salí lo más rápido que pude de esa cabaña, con una incertidumbre de en quien se debe de confiar de verdad.
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