viernes, 28 de enero de 2011

La función terminó. Cap 85

- ¿A nombre de quién lo encontraste? –pregunté.

- Alice Cullen.

Una corriente fría me cruzó por completo, congelando las palabras en mi garganta y los pensamientos en mi cabeza.

¿¡Alice!?.

Que yo supiera, mi familia nunca vivió en Paris; es demasiado soleado para ellos. Era por eso que no tenía ningún sentido el que hubiera una carta para Alice en aquella oficina de correos.

- ¿Cómo la encontraste? – pregunté y aunque intenté mantener el tono preocupado de mi voz, Ethan frunció ligeramente el ceño al escucharme.

- Primero pregunté por tu nombre, pero no tenían nada para ti – explicó – entonces pregunté si había algo a nombre del apellido Cullen. La señora que atendía rebuscó un poco y me entregó eso – movió el sobre a la altura de mis ojos – está fechado en un diez de septiembre, no dice el año.

Volví a sentir ese helado escalofrío y tomé el sobre blanco. Pesaba un poco más de lo normal.

Ethan me puso la mano en la espalda y con un ligero “Está volviendo a despejarse el cielo” volvimos al auto.

Era definitivamente para mí; estaba fechado en el día de mi nacimiento. Pero en ese caso ¿por qué se lo habían enviado a Alice?. Comencé a tener la ligera sospecha de que Alice tenía algo que ver en esto, y con todas mis fuerzas deseé equivocarme.

Ya sentada dentro del el auto abrí el sobre.

Dos pequeñas notas y algo de tela azul celeste.

Noté cómo Ethan lanzaba por lo bajo un pequeño suspiro de decepción. ¿Tal vez esperaba una carta que dijera “Game over” , cumpliendo el “trato” de él y Katherine?

Me odié por un momento por pensar así de Ethan. Confiaba en él. Sabía que no me haría daño…

La primera nota era de un papel grueso, elegante; y de nuevo, lo único que tenía escrito era mi nombre.

La segunda nota era completamente lo opuesto a la primera, era de un papel delgado, las oriilas estaban rasgadas, como si hubieran sido cortado con sin cuidado y estaba muy arrugada; como si la hubieran abierto y cerrado varias veces, indecisa.

Al leer el apellido de mi familia sentí de nuevo ese horrible escalofrío que era capaz de congelar todos mis pensamientos.

No sabía que venía, no sabía quién era en verdad Ethan, no sabía que tenía que ver mi familia en esto; pero la único que si sabía era que no necesitaba más involucrados.

“Nadie es lo que parece. Todos tiene un sombrío pasado, incluso tu modista, tu confidente y tu lector de mentes.”

- Renesmee… ¿No tu padre puede leer mentes? – preguntó Ethan en un susurro.

Un débil “Sí” fue lo único que pudo salir de garganta, mientras miles de preguntas querían salir.

Las lágrimas comenzaban a arder en mis ojos.

Cuando este retorcido juego comenzó tenía una total confianza en mi familia… y en Ethan; pero ahora todo esa confianza parecía haberse disipado como una densa bruma que no me permitía ver; quizás Katherine me conocía – y a mi familia- más de lo que pensaba… y deseaba.

Alice era mi modista, y ella ya había sido mencionada un par de veces antes. Katherine la conocía y para mi mala suerte, no simplemente de vista.

Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas e Ethan me acercó a su pétreo cuerpo, mientras me acunaba contra su pecho. El freno de mano se me estaba encajando en el muslo, pero no me dolía, por que no podía pensar en otra cosa que en lo que estaba sucediendo; es más, nisiquiera podía pensar.

Me sentía traicionada, aunque no sabía qué. Ella conocía a mi familia, por lo cual… mi familia la conocía a ella.

Todos esos momentos de diversión y felicidad parecieron borrarse. No pedía que me contaran todo su doloroso pasado, pero no me hubiera molestado si me mencionaran que había una psicópata suelta. Dispuesta a hacer daño.

Mi confidente. ¿Jacob? Él antes de ser mi novio fue mi mejor amigo; conocía la mayoría de mis secretos, si no es que todos.

Apreté los ojos con lágrimas y deseé que mis especulaciones fueran equivocadas.

Todos menos Jacob, porfavor.

Escuché el ligero crujido del sobre cediendo ante el peso.

Me quité de encima suyo y lo puse sobre mis piernas.

Ethan seguía mirándome con esos ojos indescifrables.

Inhalé una vez y saqué la tela azul que venía cuidadosamente doblada. La tomé entre mis manos y con el mismo cuidado con el que la habían doblado, la desdoblé.

Una nota en papel color blanco cayó suavemente hasta mi regazo.

Dos dedos de Ethan lo tomaron suavemente de mi pierna desnuda.

- “Después de volver a vivir tus recuerdos perdidos, es hora de que vuelvas al inicio” – leyó el, con voz neutral.

Si antes sus acertijos comenzaban a tener cierta lógica, con éste último, todo se había ido a la basura.

¿”Recuerdos perdidos”? si estuvieran perdidos, no serían recuerdos; y si fueran recuerdos no estarían perdidos.

- Completamente ilógico. – susurré, mientras le daba de vuelta a la delgada nota.

- Creo saber a que se refiere. – dijo Ethan, mientras – Corrijo: a dónde.

Ésta vez no recibí ninguna sonrisa con un dejo de arrogancia, típico de Ethan; se limitó a arrancar el coche con un rugido y mantener la vista en el camino, aunque ambos sabíamos que no era necesario; Emmett me lo había demostrado miles de veces… y yo a él.

Me… molestó en cierta manera su actitud; hace unos minutos me estaba consolando y ahora ni siquiera se dignaba a verme. Y por primera vez me pregunté si ese lazo que teníamos no era más que un telón de humo.

Odiaba cada segundo que pasaba, por que a cada movimiento de las manecillas del reloj, sentía que Katherine no estaba del todo mal en lo que me dijo sobre Ethan. Tenía que aceptar que sus argumentos eran bastante válidos.

Sólo quería encontrar a Jacob.

Esa herida supurante me quemaba más cada vez; caminando a ciegas en ese estúpido juego, sin saber si me acercaba a él o tan sólo me alejaba más.

Tomé el guardapelo de Jacob entre mis manos, como si fuera lo más preciado que tenía –porque lo era-, y miré hacia los árboles que pasaban junto a nosotros y por un momento, intenté mantener alejados los pensamientos envenenados que Katherine había puesto en mi mente… aunque sin mucho éxito.

Y sí, llegamos al inicio.

Pero al inicio de Ethan, por así decirlo. Estaba parada en el mismo lugar con el cual había soñado tantas veces, la única diferencia era que no había un cuerpo desangrándose a mis pies.

Éste era un inicio, pero no estaba segura de que era el inicio al cual Katherine se refería. Esto tenía que ver con él y no conmigo. No tenía mucha relación conmigo.

Me dio un escalofrío al darme cuenta de que comenzaba a pensar como ella.

Él estaba dando un a vuelta cerca del puente, a unos pasos de la fuente, que tantas veces había visto en mis sueños; en diferentes etapas: congelada por el helo Invierno, cubierta de hojas secas de Otoño y brillando por la luz del sol de Primavera; ahora se veía… tranquilo, sin más.

Ethan parecía retraído, perdido en sus recuerdos. Me sentí un poco mal por él.

Quizás ahora y ya entendía cómo se sentía.

Me senté en una roca que estaba unos pasos atrás de mí, y conforme pasaba el tiempo, comencé a sentirme inquieta y molesta.

“Él te ha querido desde un principio sólo para él” la voz afilada de Katherine resonaba en mi mente, y no era capaz de sacarla.

Ethan se acercó con paso silencioso y me tomó la mano.

- Creo que me equivoqué – dijo.

- ¿Enserio? – le dije mentalmente mientras quitaba mi mano de la suya.

Me giré y caminé hacia el automóvil. Lo único que quería era descifrar esos papeles, para poder tener de nuevo a Jake.

Saqué el papel arrugado de mi bolsa.

“Nadie es lo que parece. Todos tiene un sombrío pasado, incluso tu modista, tu confidente y tu lector de mentes.”

Quizás…

Me giré hacia Ethan, con una mirada esperanzada.

- Creo que lo tengo – le dije con voz quebradiza de la emoción.- Hay que traer a mi familia.

- ¡¿Qué?!

- Si, si ya sé que he dicho que no quiero más involucrados – dije apresuradamente- pero al parecer ellos son los únicos que pueden darme la siguiente pista. Está en su pasado.

- No crees que… ¿sería un poco arriesgado? –dijo él – Es decir, hemos estado prácticamente huyendo de ellos la última semana y media. No creo que estén muy contentos de verte…vernos. En especial a mí.

- ¿A ti? – pregunté.

- Yo soy el malévolo ex-guardia Voulturi ¿Recuerdas? – se sentó junto a mí – supongo que lo demás ya lo inferiste.

Suspiré.

- Es la única forma de continuar – contesté.

- Quizás no –y otra vez, faltó esa sonrisa tan suya- podríamos espiarla.

Silencio incómodo.

- Peligroso – me limité a decir.

¿Quién sabe? Quizás y ella nos descubra, se le termine de zafar el tornillo y mate a Jacob. No me podía arriesgar a eso… pero Ethan no tenía nada que perder…

- Oh vamos Renesmee – dijo él girándose hacia mí –Fuí un guardia Voulturi ¿Lo recuerdas?

Si, y eres capaz de todo. Pensé; por suerte no lo estaba tocando.

- ¿Que te sucede? –inquirió- Desde que encontramos el sobre te haz comportado… extraña.

- ¿¡Por qué no quieres encontrar a Jacob, Ethan?! – exploté – Sólo estás poniendo patéticas excusas.

- ¡Lo siento Renesmee! – dijo él sarcásticamente- lo siento, por intentar seguir tus deseos. ¡No es mi culpa que cambies de opinión tan seguido!

- ¡Estoy sólo siguiendo las instrucciones de esa loca! – mi voz sonó unas octavas más altas.

- ¡¿Y que tal si eso es lo que quiere, uh!? – se paró de la roca y se situó frente a mí – Sólo quiere más fichitas en su tablero.

Imité su movimiento anterior.

- ¿¡Por qué no quieres que mi familia venga, Ethan?! ¿Acaso tienes algo que ocultar?.

- Yo… ¡No Renesmee! – dijo molesto – Te vengo ayudando desde un principio. Sufro cuando tu sufres. Sé que no lo entiendes, y no te pido que lo hagas. Lo único que te pido es que me hagas caso. Sé cómo juega

- ¿Por qué? Esto es todo sobre su “trato” – le grité y su expresión pasó del enojo a la incredulidad.

- ¿”Trato”? ¡¿De que hablas?! – avanzó un paso hacia mí.

Me quedé callada, tratando de sopesar las posibles respuestas. Había una brecha que acababa de abrir, el único problema es que ignoraba que tan grande sería esa brecha.

Los pensamientos se atropellaban en mi cabeza, mientras sentía la sangre caliente subir hasta colorear mis mejillas.

Ninguno de los dos apartaba esa mirada.

- Renesmee, quiero escuchar lo que tus ojos gritan –susurró.

- Me traicionaste – dije y sentí cómo las lágrimas de coraje y tristeza hacían temblar mi voz.

Entrecerró los ojos.

- Sabías que nunca haría algo así – se acercó un paso hacia mí. Yo lo retrocedí.

- Yo no soy Julie, Ethan – dije.

Una mueca de dolor curvó sus labios.

- Lo sé, no vales tanto como ella –dijo con los dientes apretados – ¡Estás alucinando Renesmee! Yo no soy un traidor cualquiera.

Sentí como si la furia me quemara de dentro hacia fuera.

- Tienes razón, eres un Voulturi. – me aseguré de impregnarle veneno a cada una de las palabras.

Ni siquiera esperé a ver su reacción. Me dí la media vuelta y corrí hacia el coche.

Bien, entonces jugaría yo sola este maldito juego.

Con un rugido, el coche arrancó, y salí disparada hacia la carretera.

La máscara de Ethan había caído y aunque aún sentía dentro de mí ese calor provocado por el enojo, no podía ignorar esa chispita de amargura que me causaba haber perdido a Ethan, quien ya era casi como un hermano.

Me limpié con rudeza las lágrimas que caían en mis mejillas.

Ya no podía hacer más que seguir el juego.

Aparqué en el estacionamiento de un café y mientras caminaba hacia el establecimiento, abrí mi bolsa y saqué el celular apagado – para evitar que fuera rastreado-.

Noté que los rayos anaranjados comenzaban ya a asomarse en el horizonte, más allá de los pinos y algunas casitas.

Llegarán a la hora perfecta, me dije.

Ya no importaba el regaño, el sermón ni el castigo. Sólo quería avanzar… y recuperar a Jacob; asumiendo todas y cada una de las consecuencias.

Con un ligero pitido el menús de mensajes se abrió, y tecleé rápidamente:

Le café après-midi,Paris

Destinatario: Edward Cullen.



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Faltan 22 minutos para que acabe el Viernes. Así que técnicamente, cumplí con el plazo (:

miércoles, 12 de enero de 2011

Nadie es lo que crees. Cap 84

El sonido del agua corriendo llegó a mis oídos y mi corazón comenzó a latir más fuerte.

Normalmente, cualquier persona asociaría el sonido de el agua corriendo como un estímulo relajante… pero para mi desgracia, no soy exactamente lo que uno diría “cualquier” persona.

Es más, ni siquiera era completamente humana.

Por un momento deseé tener una “aburrida” vida de una adolescente común: Escuela, amigos, amores y las peleas con los padres. Dejar a un lado todo este drama de “vampiresa psicópata que tiene a tu novio secuestrado por motivos desconocidos”.

Suspiré.

Nada ganaba quejándome, aunque fuera sólo dentro de mi cabeza.

Miré hacia enfrente y noté que una oficina de correos estaba a dos cuadras de distancia. Bastante común… en los años setenta, claro está. Y a pesar de no en encajar completamente en aquella transitada calle, le daba cierto encanto a la cuadra; como si fueras capáz de viajar en el tiempo. Además la mayoría de aquellas casitas y locales que lo rodeaban tenían el clásico estilo arquitectónico de los cincuentas; así que en cierto modo, esa oficina de correos, incluso resultaba futurista.

Noté que Ethan estaba parado junto a mí. Ambos habíamos dejado de caminar.

Él tenía las manos dentro de los bolsillos de aquel pantalón de mezclilla raído. A pesar ya no tener esos impulsos humanos que delatan tu estado de ánimo, me dí cuenta de que movía un pie un tanto ansioso.

- - ¿Estás bien? – le dije mentalmente mientras tocaba su brazo.

- ¿Hm? – al parecer él tampoco notaba mucho mi presencia – Eh si … pero estaba pensando – se mordió el labio – ¿te molestarías si regreso unos minutos a la cafetería? Necesito preguntarle algo a la camarera.

Una ligera sonrisa curvó sus labios.

Mi mandíbula venció el record guiness de la caída más rápida.

¿Ethan? ¿Con esa chica? Es humana.

Es decir, no es que la idea me parecerá atroz o algo así; mis padres habían comenzado su relación cuando mi madre aún era humana. Yo mejor que nadie sabía que una relación afectiva humano-vampiro era más que posible, pero … una parte de mí no lograba visualizar a Ethan con alguien más que con Julie… y menos con una humana.

- Respira Renesmee – dijo mientras me sujetaba por los hombros.

Parpadeé un par de veces, tratando de salir de aquella … sorpresa.

- S-si es so-solo que… - balbuceé patéticamente, tratando de decir algo con sentido.

- ¡Hey! A pesar de todo sigo siendo un hombre ¿lo recuerdas?- dijo con una sonrisa descarada – Tengo necesidades.

Me guiñó el ojo.

No pude hacer más que reír. Eso era tan típico de Ethan. Jugando con la mayoría de las chicas.

Confiaba en yo no ser una de ellas.

- Sobreviviré unos minutos sin ti – le prometí – Después de todo eres sólo un chico ¿cierto? – dije, imitándolo – Tienes necesidades.

Él se rió de mi pobre imitación.

- Comenzaré a hurgar en algunos buzones de éste lado – dije, señalando el lado más próximo al río.

Asintió una vez y con una sonrisa desanduvo el camino que ya habíamos recorrido juntos.

No tenía razones por qué molestarme. Después de todo, la última semana había sido sólo sobre Jacob y en cierta parte … sobre mí.

Ethan se merecía un pequeño descanso.

Mi ingenuamente se negaba a aceptar que Ethan buscaba a esa chica sólo para que terminara como su merienda. Sabía que Ethan era mejor que eso.

Sí, probablemente no compartiera mi idea de la dieta “vegetariana” pero sabía que no era capaz de engatusar a una pobre chica, para luego beber su sangre.

Las calles residenciales estaban desiertas así que pude buscar con libertad y detenimiento en cada uno de los buzones, a pesar de ser algo ilegal.

No encontré nada relevante. La mayoría eran cuentas por pagar o promociones.

Y me dí cuenta, de que en realidad ya nadie enviaba cartas con asuntos personales.

Quizás sólo un novio muy romántico, o una postal de tu abuela.

Pero ahora que ya todo estaba computarizado, el arte de la escritura se está perdiendo.

Me sentía orgullosa de haber sido de las personas que en su vida han enviado cartas.

Quizás una carta para Claire y otra para Jacob desde la cabaña a La Push no contaran como verdaderos envíos de cartas pero … bueno, tenía siete años –mentalmente hablando – y quería presumirle a alguien que ya sabía escribir.

Cuando eres niño, todas las locuras que se te puedan ocurrir son válidas para el mundo.

Seguí caminando por aquella calle hasta llegar a un punto donde el pavimento se acababa, sólo había un camino rural, de pasto y algunos árboles.

Caminé alrededor de unos cien metros, mientras el sonido del agua corriendo se iba haciendo más fuerte. Al final de aquel camino rural estaba el riachuelo.

El agua cristalina corría veloz entre las piedras, ya lisas por el agua.

Metí mi mano en la bolsa de mi suéter y saqué la piedra que venía dentro de la cajita negra.

Suspiré y le dí un par de vueltas en mi mano. Quizás no fuera una moneda, ni el río fuera una fuente, pero cerré mis ojos y deseé que todo acabara. Después lancé la piedra lo más fuerte y lejos que pude.

Oí como chocó contra el agua, para después llegar con un golpe suave al fondo del río.

Pensé en regresar por Ethan. Pero inmediatamente deseche esa idea. Sólo habían pasado cinco minutos, podía darle otros cinco. Además, el tacto del pasto sobre mi piel resultaba … agradable. No era como ese pasto congelado y húmedo que hay en Forks –el cual aveces me gustaba-, éste era completamente terso, y suave al tacto.

Por el rabillo ví que algo se movía, se balanceaba a unos metros de mí… volteé, con mies sentidos alerta, sólo para sentirme como una estúpida al ver lo que era: una cuerda.

¿Qué te pasa Renesmee?, me dije a mí misma.

Caminé hacia ella y la jalé.

Era un de esas cuerdas que se atan a los árboles para balancearte y cruzar el río.

Emmett me había enseñado un par de trucos. Lo bueno de ser te complexión pequeña era que, los saltos mortales y giros dobles te salían con mayor gracia, que a a un vampiro del tamaño de un oso.

Me balanceé un par de veces, hasta tener el impulso necesario. En el momento justo solté la cuerda y me incliné hacia delante. Dí un par de giros en el aire, mientras veía cómo todo lo que estaba a mi alrededor se ponía de cabeza y caí delicadamente del otro lado.

Sonreí con los ojos cerrados.

“Perfecta ejecución”, hubiera dicho Alice.

Recordar a Alice prendió una lucecita roja dentro de mi mente. Ethan y yo ta no podíamos quedarnos en esa cabaña. Llevábamos allí cerca de tres días, y seguramente mi familia nos estaba pisando los talones.

Aunque por una parte, esperaba horrible juego no se alargara más.

Abrí los ojos y casi no podía creer lo que veía. ¿Es que Francia nunca terminará de sorprenderme?, me pregunté.

Había una construcción frente a mí, abandonada supuse.

Miles de flores silvestres de diferentes tonos de rojo trepaban implacables sobre las paredes sucias y desgastadas por el tiempo.

Noté que esa construcción en sus buenas épocas fue toda una belleza, ya qur incluso descuidada seguía teniendo la capacidad de asombrar.

Algunos pedazos de madera podrida yacía colgando en unos espacios cuadrados, como parte de lo que alguna vez fuese unas ventanas.

Desde el piso de abajo se alcanzaba a ver una oxidada mesita blanca, con sillas a juego; en la terraza.

Abrí la rechinante puerta y una ligera lluvia de polvo me recibió.

Por dentro era bastante amplia, con algunas ventanas abiertas, de donde entraban ligeros ases de luz.

Atisbé un ligero movimiento en las escaleras, supuse que eran algunos ratones de campo.

Dí un paso hacia delante, y en menos de un parpadeo ella estaba delante de mí.

Katherine.

Instintivamente, retrocedí hacia quedar pegada a la pared, mientras sentía como mies sentidos se alertaban y la adrenalina comenzaba a fluir por mi sangre.

La construcción alrededor de mí pareció pasar a segundo plano. Todo lo que podía ver era a Katherine, con aquella media sonrisa.

- Bienvenida Renesmee –dijo – ¿no quieres pasar a toma una taza de té? – dijo con un gesto de mano que indicaba las escaleras.

Le respondí con un gruñido entre dientes.

Ella se limitó a soltar una carcajada descarada.

Una parte de mí, quería salir corriendo de allí, otra quería destrozarla en ese momento, pero la última y la más racional, me indicaba que me quedara allí quizás al fin podría encontrar a Jacob.

Me aferré a mi parte más racional.

- Jacob. ¿Donde está? –exigí.

- Oh Renesmee – dijo en tono suave- siempre tan testaruda ¿cierto? Quizás no lo entiendas, pero aquí la única que puede exigir cosas soy yo.

Sus ojos color rubí me taladraron.

- Si no, ya sabes que pasa – su inocencia falsa me daba asco.

Acto seguido, sacó algo de su bolsillo y me lo aventó.

Lo agarré en al aire, sin siquiera advertir lo que era. Aunque cuando lo ví con detenimiento, sentí como algo se rompía dentro de mí, probablemente lo que quedaba de mi corazón.

Era el collar que yo le había regalado a Jacob. Un guardapelo con una cadena, para ser más precisos.

Lo abrí con delicadeza y noté como las lágrimas se acumulaban en mis ojos, haciendo que ardieran. Del lado derecho. Estaba una foto en la cual yo estaba sentada en los hombros de Jake, cuando era tan sólo una pequeña; él tenía esa sonrisa que me derretía. En la de la izquierda, también estábamos Jacob y yo, pero ésa era más reciente y ambos estábamos en la playa de La Push; él me agarraba por la cintura y yo tenía mi cabeza apoyada en su hombro: esa sonrisa de nuevo.

Acaricié ambas fotos con mi pulgar, intentando que mis lágrimas no dañaran las pequeñas fotos.

- Conmovedor ¿eh?. Bonito detalle de tu parte. – dijo ella. Se escuchaba claramente la nota burlona en su voz.

- ¿¡Que le haz hecho?! – le grité mientras avanzaba hacia ella. Tenía el guardapelo protegido dentro de mi puño izquierdo.

Algo andaba mal.

Él nunca se lo quitaba, incluso había cambado la cadena original por una más larga y más resistente, para que aún entrado en fase no se lo tuviera que quitar, ni que se le rompiera.

Estaba cerca de ella, mis músculos estaban listos para saltar sobre ella, directo a su yugular;

Pero antes de que mis pies se despegaran completamente del suelo,ella me agarró con una mano por el cuello y me estampó contra la pared.

Un estruendo retumbó en toda la casa al mi cuerpo chocar contra la pared. Sentí cómo el concreto se hundía bajo mi espalda, y el guardapelo estuvo apunto se resbalarse de mi mano.

- Mala estrategia, niña – dijo con los dientes apretados.

Y antes de que me pudiera mover, ella me tomó por un brazo y me lanzó contra la pared de enfrente.

Algo dentro de mí se rompió, y ésta vez no fue mi corazón. Una costilla, quizás.

Con un poco de esfuerzo me levanté. No quería pensar que esto era mi final.

No había nadie quien me defendiera, no había nada que la detuviera. Nada; excepto mi misma.

Pero en ese momento me sentía más desprotegida que nunca, con la cabeza llenas de incertidumbres sobre Jacob, más de las normales.

Alcé la cabeza y ví un cuadrado donde entraba luz. Estaba bastante lejos del suelo, pero con suerte, con un salto llegaría hasta allá.

De reojo miré que Katherine se estaba acercando, lentamente; acechando a su presa.

Con un rápido movimiento me puse el guardapelo al cuello; estaba segura que necesitaría ambas manos para poder escapar.

Y brinqué.

Por un momento, pensé que no lo lograría, pero pude aferrar mi mano izquierda al borde de aquel cuadrado, y pasar rápidamente mi cuerpo.

Al caer suavemente sobre la hierba noté que el cielo se había despejado un poco, y casi sonreí.

Si llegaba a la zona habitada, estaba salvada; ya que los tenues rayos de Sol que se colaban entre las nubes no eran lo suficientemente fuertes para delatarme… pero no eran lo suficientemente tenue para ocultar la verdadera apariencia de Katherine.

Por más psicópata que fuese, sabía que no se iba a arriesgar de ese modo.

Hasta ella le temía a los Vulturis.

Rodeé la construcción, para llegar al río; Pero mis intenciones se vieron destruidas cuando salí de la terraza trasera y me encontré con la fiera silueta de Katherine, esperándome.

Solté una maldición por lo bajo.

Giré para huir por el otro lado, lo más rápido que pude; pero al parecer Katherine y yo teníamos un concepto muy diferente de “rápido”.

Me tomó por el hombro y volvió a estamparme contra la pared, haciendo que aquellas florecillas silvestres temblaran violentamente.

- Regla número uno de la supervivencia, Cullen: - dijo mientras se acercaba a mi – no des la espalda – finalizó con un susurro en mi oído.

Qué fácil sería morir en este momento, pensé.

No haría más de dos segundo para que sus dientes se hundieran en mi piel, para terminar arrancándome la cabeza.

Ni si quiera quería pensar cuánto dolería eso.

- ¿Qué quieres? – dije en un susurro, pero le mantuve la mirada.

Sus ojos brillaron de entusiasmo y volvió a esbozar esa media sonrisa que hacía que me dieran escalofríos.

- Que me escuches, Renesmee.

Permanecimos en silencio unos segundos, mientras escuchaba cómo mi corazón latía desbocado y parecía que el guardapelo de Jacob quemaba en mi vientre.

No se movió, pero tampoco me soltó de los hombros.

- Ethan, no es quien crees – dijo suavemente.

- No puedes saber eso, no lo conoces en lo más mínimo –dije con los dientes apretados, de furia.

Odiaba su actitud. Como si lo supiera todo sobre mí, como si alguna vez antes de todo este desastre nos hubiéramos conocido.

Y a pesar de todo, algo dentro de mí me indicaba que ya nos habíamos conocido en otra época.

Ella se rió levemente y dirigió la mirada al cielo por una fracción de segundo.

- Lo conozco mejor de lo que crees niña. Pero lo que te digo es sólo por tu bien. – dijo.

- Ja ¿Por qué será que no te creo? – dije sarcásticamente.

No pareció agradarle la broma, ya que me apretó más contra la pared. Hasta el punto de comenzarme a lastimar.

- Dime niña, ¿qué caso tiene un juego sin jugadores eh? – enarcó una ceja- éste es mi juego. Tú y tu perrito son mis jugadores, con un poco de suerte incluso tu familia.

¿Qué tenían que ver ellos aquí?

- No le digas de ese modo a Jacob – dije mientras me trataba de zafar de su agarre.

Ella me ignoró.

- A él sólo le importa una cosa: mantener a tu perrito fuera del juego. Piénsalo, si él ya no existiera, estarías devastada. Él sin duda aprovecharía esa situación para quedarse contigo. De verdad tienes mucha suerte al parecerte a Julie ¿cierto?- dijo mientras me apartaba el cabello del rostro – De lo contrario no te hubiera salvado de la ejecución de los Vulturis – la última parte fue un susurro en mi oído.

Mi respiración paró por completo y sentí como el helado pánico comenzaba a hundirme; mientras ella me contemplaba divertida.

Nadie excepto Ethan y yo podríamos saber eso.

Quizás si tuviera razón.

- ¿Quién eres? – preguntó con hilo de voz. Sabía demasiado sobre mí. Sentía que de algún modo, estaba ligada a mi vida.

- Pregúntale a tu papi, niña – respondió con la mirada más dura que podía existir.

Hizo una pausa y después siguió:

- Desde un principio él siempre te quiso sólo para él. Eres su nueva Julie. No te dejará ir tan fácilmente… ¿Qué? ¿Creías que por pura amistad te está ayudando en eso? – negó con la cabeza – Es su máscara. Despierta Renesmee.

Sentía las lágrimas, apunto de salir, pero no eran de tristeza, eran de coraje y de frustración.

No entendía si era porque quizás tuviera razón y yo era una imbécil o por todo lo contrario y ella sólo se dedicara a intentar destruir todo a mi alrededor.

- ¿Qué crees que hace en las noches niña? ¿Pasear? – se rió – se asegura de que tu amorcito – dijo, para después intentar tocar el guardapelo, por suerte yo fui más rápida y detuve su mano a la mitad del camino. – no vuelva.

Sin apartar la mirada, metí el guardapelo por dentro de mi vestido.

- ¿Por qué crees que se tardó tanto en regresar cuando encontraron la caja negra? Estaba hablando conmigo. Estábamos haciendo un… trato. Para que tu perrito “accidentalmente” sea mordido y muera. – una cuchillada directo al corazón- Aunque bueno, ya notarás que mis promesas no valen nada… al menos no por ahora. –Cerré los ojos, como si con ese simple gesto ella desapareciera, aunque para mi desgracia, seguía escuchándola. – Sé que no crees en verdad que aquella humana le atrajo como pareja. Será sólo su cena de esta noche.

Su voz daba vueltas en mi cabeza, como una personita malva y oculta dentro de mi mente. Metiendo cizaña en donde puede.

- No – dije y volví a abrir los ojos, abnegados de lágrimas – él no es capaz de hacer eso.

Repentinamente me agarró por el cuello y me alzó un poco, como si quisiera toda mi atención y no la estuviera obteniendo.

Intenté quitarme su mano de encima, pero no le hice mucho daño.

- Es un guarda Vulturi niña, es capaz de todo – susurró. Después me dejó caer, para al final desaparecer en una puerta de aquella construcción.

Me quedé unos minutos tratando de recuperar mi respiración acompasada, mientras las lágrimas corrían por mis mejillas y el guardapelo palpitando contra mi vientre.

No, no podía ser cierto lo que decía, intenté convencerme. Pero no podía negar que algunos de sus puntos eran bastante posibles.

Caminaba por las calles, mientras miraba furtivamente todas las sombras, no podía evitarlo; seguía un tanto conmocionada por lo que acaba de suceder, y tampoco los pensamientos confusos habían desaparecido del todo.

Jalé un poco más la manga de mi suéter, para que Ethan no pudiera advertir los cardenales rojizos que los dedos de Katherine habían dejado en mi brazo.

- ¡Renesmee! – escuché a lo lejos.

No pude evitar voltear con un ligero sentimiento de pánico.

Era Ethan. Venía corriendo hacia mí con velocidad humana, tenía un sobre en la mano y una sonrisa en el rostro. Pero por primera vez, esa sonrisa no me tranquilizó por completo.

Hice un gesto de saludo.

- Hey… ¿estás bien? – dijo mientras ponía sus manos en mis hombros. Intenté no hacer una mueca de dolor.

- Si – dije mientras intentaba sonreírle.

El quitó con delicadeza algo de mi cabello y me lo entregó: una flor silvestre, unas de las que trepaban por aquella construcción.

“Es un guarda Vulturi niña, es capaz de todo”, las palabras de Katherine resonaron en mi mente.

- Bueno, no importa – dijo él mientras quitaba la flor de mano – Como regresé y no te encontré, fui a la oficina de correos y mira lo que encontré – con una sonrisa triunfante alzó el gordo sobre blanco. - ¿Tu encontraste algo?

Negué con la cabeza.

- Genial - ¿¡Qué?! – No quería que encontraras algo más genial que yo – me guiñó el ojo.

Sentí algo extraño en la boca del estómago, algo inquietante.

- ¿A nombre de quién lo encontraste? –pregunté.

- Alice Cullen.

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Lo prometido es deuda.

Gracias por esperar (:

Por cierto, el especial de Ano Nuevo, fué una viñeta no continuacion ._.

Nos vemos!

P.D: Hoy le mando a Alee la mitad del nuevo capitulo de nuestro FanFic (: