- ¿A nombre de quién lo encontraste? –pregunté.
- Alice Cullen.
Una corriente fría me cruzó por completo, congelando las palabras en mi garganta y los pensamientos en mi cabeza.
¿¡Alice!?.
Que yo supiera, mi familia nunca vivió en Paris; es demasiado soleado para ellos. Era por eso que no tenía ningún sentido el que hubiera una carta para Alice en aquella oficina de correos.
- ¿Cómo la encontraste? – pregunté y aunque intenté mantener el tono preocupado de mi voz, Ethan frunció ligeramente el ceño al escucharme.
- Primero pregunté por tu nombre, pero no tenían nada para ti – explicó – entonces pregunté si había algo a nombre del apellido Cullen. La señora que atendía rebuscó un poco y me entregó eso – movió el sobre a la altura de mis ojos – está fechado en un diez de septiembre, no dice el año.
Volví a sentir ese helado escalofrío y tomé el sobre blanco. Pesaba un poco más de lo normal.
Ethan me puso la mano en la espalda y con un ligero “Está volviendo a despejarse el cielo” volvimos al auto.
Era definitivamente para mí; estaba fechado en el día de mi nacimiento. Pero en ese caso ¿por qué se lo habían enviado a Alice?. Comencé a tener la ligera sospecha de que Alice tenía algo que ver en esto, y con todas mis fuerzas deseé equivocarme.
Ya sentada dentro del el auto abrí el sobre.
Dos pequeñas notas y algo de tela azul celeste.
Noté cómo Ethan lanzaba por lo bajo un pequeño suspiro de decepción. ¿Tal vez esperaba una carta que dijera “Game over” , cumpliendo el “trato” de él y Katherine?
Me odié por un momento por pensar así de Ethan. Confiaba en él. Sabía que no me haría daño…
La primera nota era de un papel grueso, elegante; y de nuevo, lo único que tenía escrito era mi nombre.
La segunda nota era completamente lo opuesto a la primera, era de un papel delgado, las oriilas estaban rasgadas, como si hubieran sido cortado con sin cuidado y estaba muy arrugada; como si la hubieran abierto y cerrado varias veces, indecisa.
Al leer el apellido de mi familia sentí de nuevo ese horrible escalofrío que era capaz de congelar todos mis pensamientos.
No sabía que venía, no sabía quién era en verdad Ethan, no sabía que tenía que ver mi familia en esto; pero la único que si sabía era que no necesitaba más involucrados.
“Nadie es lo que parece. Todos tiene un sombrío pasado, incluso tu modista, tu confidente y tu lector de mentes.”
- Renesmee… ¿No tu padre puede leer mentes? – preguntó Ethan en un susurro.
Un débil “Sí” fue lo único que pudo salir de garganta, mientras miles de preguntas querían salir.
Las lágrimas comenzaban a arder en mis ojos.
Cuando este retorcido juego comenzó tenía una total confianza en mi familia… y en Ethan; pero ahora todo esa confianza parecía haberse disipado como una densa bruma que no me permitía ver; quizás Katherine me conocía – y a mi familia- más de lo que pensaba… y deseaba.
Alice era mi modista, y ella ya había sido mencionada un par de veces antes. Katherine la conocía y para mi mala suerte, no simplemente de vista.
Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas e Ethan me acercó a su pétreo cuerpo, mientras me acunaba contra su pecho. El freno de mano se me estaba encajando en el muslo, pero no me dolía, por que no podía pensar en otra cosa que en lo que estaba sucediendo; es más, nisiquiera podía pensar.
Me sentía traicionada, aunque no sabía qué. Ella conocía a mi familia, por lo cual… mi familia la conocía a ella.
Todos esos momentos de diversión y felicidad parecieron borrarse. No pedía que me contaran todo su doloroso pasado, pero no me hubiera molestado si me mencionaran que había una psicópata suelta. Dispuesta a hacer daño.
Mi confidente. ¿Jacob? Él antes de ser mi novio fue mi mejor amigo; conocía la mayoría de mis secretos, si no es que todos.
Apreté los ojos con lágrimas y deseé que mis especulaciones fueran equivocadas.
Todos menos Jacob, porfavor.
Escuché el ligero crujido del sobre cediendo ante el peso.
Me quité de encima suyo y lo puse sobre mis piernas.
Ethan seguía mirándome con esos ojos indescifrables.
Inhalé una vez y saqué la tela azul que venía cuidadosamente doblada. La tomé entre mis manos y con el mismo cuidado con el que la habían doblado, la desdoblé.
Una nota en papel color blanco cayó suavemente hasta mi regazo.
Dos dedos de Ethan lo tomaron suavemente de mi pierna desnuda.
- “Después de volver a vivir tus recuerdos perdidos, es hora de que vuelvas al inicio” – leyó el, con voz neutral.
Si antes sus acertijos comenzaban a tener cierta lógica, con éste último, todo se había ido a la basura.
¿”Recuerdos perdidos”? si estuvieran perdidos, no serían recuerdos; y si fueran recuerdos no estarían perdidos.
- Completamente ilógico. – susurré, mientras le daba de vuelta a la delgada nota.
- Creo saber a que se refiere. – dijo Ethan, mientras – Corrijo: a dónde.
Ésta vez no recibí ninguna sonrisa con un dejo de arrogancia, típico de Ethan; se limitó a arrancar el coche con un rugido y mantener la vista en el camino, aunque ambos sabíamos que no era necesario; Emmett me lo había demostrado miles de veces… y yo a él.
Me… molestó en cierta manera su actitud; hace unos minutos me estaba consolando y ahora ni siquiera se dignaba a verme. Y por primera vez me pregunté si ese lazo que teníamos no era más que un telón de humo.
Odiaba cada segundo que pasaba, por que a cada movimiento de las manecillas del reloj, sentía que Katherine no estaba del todo mal en lo que me dijo sobre Ethan. Tenía que aceptar que sus argumentos eran bastante válidos.
Sólo quería encontrar a Jacob.
Esa herida supurante me quemaba más cada vez; caminando a ciegas en ese estúpido juego, sin saber si me acercaba a él o tan sólo me alejaba más.
Tomé el guardapelo de Jacob entre mis manos, como si fuera lo más preciado que tenía –porque lo era-, y miré hacia los árboles que pasaban junto a nosotros y por un momento, intenté mantener alejados los pensamientos envenenados que Katherine había puesto en mi mente… aunque sin mucho éxito.
Y sí, llegamos al inicio.
Pero al inicio de Ethan, por así decirlo. Estaba parada en el mismo lugar con el cual había soñado tantas veces, la única diferencia era que no había un cuerpo desangrándose a mis pies.
Éste era un inicio, pero no estaba segura de que era el inicio al cual Katherine se refería. Esto tenía que ver con él y no conmigo. No tenía mucha relación conmigo.
Me dio un escalofrío al darme cuenta de que comenzaba a pensar como ella.
Él estaba dando un a vuelta cerca del puente, a unos pasos de la fuente, que tantas veces había visto en mis sueños; en diferentes etapas: congelada por el helo Invierno, cubierta de hojas secas de Otoño y brillando por la luz del sol de Primavera; ahora se veía… tranquilo, sin más.
Ethan parecía retraído, perdido en sus recuerdos. Me sentí un poco mal por él.
Quizás ahora y ya entendía cómo se sentía.
Me senté en una roca que estaba unos pasos atrás de mí, y conforme pasaba el tiempo, comencé a sentirme inquieta y molesta.
“Él te ha querido desde un principio sólo para él” la voz afilada de Katherine resonaba en mi mente, y no era capaz de sacarla.
Ethan se acercó con paso silencioso y me tomó la mano.
- Creo que me equivoqué – dijo.
- ¿Enserio? – le dije mentalmente mientras quitaba mi mano de la suya.
Me giré y caminé hacia el automóvil. Lo único que quería era descifrar esos papeles, para poder tener de nuevo a Jake.
Saqué el papel arrugado de mi bolsa.
“Nadie es lo que parece. Todos tiene un sombrío pasado, incluso tu modista, tu confidente y tu lector de mentes.”
Quizás…
Me giré hacia Ethan, con una mirada esperanzada.
- Creo que lo tengo – le dije con voz quebradiza de la emoción.- Hay que traer a mi familia.
- ¡¿Qué?!
- Si, si ya sé que he dicho que no quiero más involucrados – dije apresuradamente- pero al parecer ellos son los únicos que pueden darme la siguiente pista. Está en su pasado.
- No crees que… ¿sería un poco arriesgado? –dijo él – Es decir, hemos estado prácticamente huyendo de ellos la última semana y media. No creo que estén muy contentos de verte…vernos. En especial a mí.
- ¿A ti? – pregunté.
- Yo soy el malévolo ex-guardia Voulturi ¿Recuerdas? – se sentó junto a mí – supongo que lo demás ya lo inferiste.
Suspiré.
- Es la única forma de continuar – contesté.
- Quizás no –y otra vez, faltó esa sonrisa tan suya- podríamos espiarla.
Silencio incómodo.
- Peligroso – me limité a decir.
¿Quién sabe? Quizás y ella nos descubra, se le termine de zafar el tornillo y mate a Jacob. No me podía arriesgar a eso… pero Ethan no tenía nada que perder…
- Oh vamos Renesmee – dijo él girándose hacia mí –Fuí un guardia Voulturi ¿Lo recuerdas?
Si, y eres capaz de todo. Pensé; por suerte no lo estaba tocando.
- ¿Que te sucede? –inquirió- Desde que encontramos el sobre te haz comportado… extraña.
- ¿¡Por qué no quieres encontrar a Jacob, Ethan?! – exploté – Sólo estás poniendo patéticas excusas.
- ¡Lo siento Renesmee! – dijo él sarcásticamente- lo siento, por intentar seguir tus deseos. ¡No es mi culpa que cambies de opinión tan seguido!
- ¡Estoy sólo siguiendo las instrucciones de esa loca! – mi voz sonó unas octavas más altas.
- ¡¿Y que tal si eso es lo que quiere, uh!? – se paró de la roca y se situó frente a mí – Sólo quiere más fichitas en su tablero.
Imité su movimiento anterior.
- ¿¡Por qué no quieres que mi familia venga, Ethan?! ¿Acaso tienes algo que ocultar?.
- Yo… ¡No Renesmee! – dijo molesto – Te vengo ayudando desde un principio. Sufro cuando tu sufres. Sé que no lo entiendes, y no te pido que lo hagas. Lo único que te pido es que me hagas caso. Sé cómo juega
- ¿Por qué? Esto es todo sobre su “trato” – le grité y su expresión pasó del enojo a la incredulidad.
- ¿”Trato”? ¡¿De que hablas?! – avanzó un paso hacia mí.
Me quedé callada, tratando de sopesar las posibles respuestas. Había una brecha que acababa de abrir, el único problema es que ignoraba que tan grande sería esa brecha.
Los pensamientos se atropellaban en mi cabeza, mientras sentía la sangre caliente subir hasta colorear mis mejillas.
Ninguno de los dos apartaba esa mirada.
- Renesmee, quiero escuchar lo que tus ojos gritan –susurró.
- Me traicionaste – dije y sentí cómo las lágrimas de coraje y tristeza hacían temblar mi voz.
Entrecerró los ojos.
- Sabías que nunca haría algo así – se acercó un paso hacia mí. Yo lo retrocedí.
- Yo no soy Julie, Ethan – dije.
Una mueca de dolor curvó sus labios.
- Lo sé, no vales tanto como ella –dijo con los dientes apretados – ¡Estás alucinando Renesmee! Yo no soy un traidor cualquiera.
Sentí como si la furia me quemara de dentro hacia fuera.
- Tienes razón, eres un Voulturi. – me aseguré de impregnarle veneno a cada una de las palabras.
Ni siquiera esperé a ver su reacción. Me dí la media vuelta y corrí hacia el coche.
Bien, entonces jugaría yo sola este maldito juego.
Con un rugido, el coche arrancó, y salí disparada hacia la carretera.
La máscara de Ethan había caído y aunque aún sentía dentro de mí ese calor provocado por el enojo, no podía ignorar esa chispita de amargura que me causaba haber perdido a Ethan, quien ya era casi como un hermano.
Me limpié con rudeza las lágrimas que caían en mis mejillas.
Ya no podía hacer más que seguir el juego.
Aparqué en el estacionamiento de un café y mientras caminaba hacia el establecimiento, abrí mi bolsa y saqué el celular apagado – para evitar que fuera rastreado-.
Noté que los rayos anaranjados comenzaban ya a asomarse en el horizonte, más allá de los pinos y algunas casitas.
Llegarán a la hora perfecta, me dije.
Ya no importaba el regaño, el sermón ni el castigo. Sólo quería avanzar… y recuperar a Jacob; asumiendo todas y cada una de las consecuencias.
Con un ligero pitido el menús de mensajes se abrió, y tecleé rápidamente:
Le café après-midi,Paris
Destinatario: Edward Cullen.
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Faltan 22 minutos para que acabe el Viernes. Así que técnicamente, cumplí con el plazo (: