jueves, 4 de agosto de 2011

Me tienes que ayudar. Cap.

Inhaló profundamente y pude notar ese brillo de inquietud en sus ojos. Después soltó:
- Creo que Julie está viva. Y creo que está con Katherine.
Parecía tan esperanzado que las palabras se me quedaron atoradas en la garganta.
Y en cierto modo, lo entendía porque ambos sabíamos que les habíamos hecho daño a las personas que más amábamos . Pero no podía llegar a imaginarme la magnitud de lo que Ethan sentía. Quizás el no aceptar que Julie estaba muerta era su forma de afrontar con la culpa.
Por primera vez en mucho tiempo me dí cuenta de que alguien sufría aún más que yo.
- Ethan – dije con precaución, pues el terreno que estaba a punto de pensar era un tanto delicado – Julie está muerta. Tú me lo dijiste, yo lo… ví, por así decirlo.
Una fina sonrisa se extendió por su rostro y un ligero escalofrío me recorrió la espalda.
Él se quitó de encima de mí y yo me senté en el paso con un poco de cautela. No quería admitirlo pero una parte de mi ser le comenzaba a dar miedo Ethan. Pero no era un miedo común y corriente, si no que éra del tipo que hace que el grito se quede congelado en tu garganta y los pelos se erizen.
A pesar de todo, traté de que no se me notara.
- Renesmee, de verdad creo que está viva. Me tienes que ayudar – dijo, y esa sonrisa se atenuó – es la primera y última oportunidad que tengo para recuperarla.
Escuché el nudo que se comenzaba a formar en la garganta de Ethan. Sabía que no era fácil para él hablar sobre Julie así que escogí mis palabras con precaución.
- ¿Por qué crees que ella sigue viva? – dije con un hilo de voz.
Él cerró sus ojos por unos instantes, como recordando algo y por esos momentos pareció una escultura de pétreo mármol a la luz de la Luna.
- Escuché que Katherine pronunció su nombre. – dijo finalmente, para después mirarme a los ojos.
Intenté buscar entre mi maraña de recuerdo algo que me indicara que Ethan tenía razón, pero sólo aparecían recuerdos donde yo estaba como primer plano. No podía escuchar, ver o recordar alguna cosa que no tuviera que ver con Jacob. Mientras estaba con Katherine, lo demás era irrelevante.
Aún así hablé:
- Ethan – me acerqué a él y puse mi mano en su hombro, como señal de apoyo – probablemente haya muchas chicas que se llamen Julie. Tal ves es otra Julie la que está ayudando a Katherine.
Escruté su rostro, pero al mismo tiempo analizaba la posibilidad de que Katherine tuviera algún otro vampiro - un neófito no era muy probable- que le estuviera ayudando. Pero la pregunta es: ¿Por qué?. Esto era un asunto entre Katherine y mi padre en la cual yo sólo era la desafortunada intermediaria; así qué ¿bajo qué mentiras estaba logrando que otro vampiro la ayudara?.
Al final, esa teoría no me pareció tan descabellada.
- Renesmee, es que no entiendes – dijo él con infinita paciencia, mientras que con un movimiento de hombros se sacudía mi mano y se acercaba a mí – Katherine no la llamó por su nombre, le dijo “Müller” el cual es su apellido de soltera.
Por unos minutos ninguno de los dos pronunció alguna palabra. Estaba decidiendo si creerle o no. Al final, ganó la primera. Porque me di cuenta de él no tenía ninguna razón para mentirle. Además de que le debía mucho. Sin él, lo más probable es que no hubiera sobrevivido a mi primera semana en el castillo de los Voulturi.
Mientras pensaba sólo se podía escuchar el rítmico latido de mi corazón y el silencio de la noche. Seguramente ya era más de medianoche y la Luna estaba en todo su esplendor. Iluminando con una tranquilidad que a mi no me llegaba.
Por un momento también pensé en mi familia. Lo más probable era que me estuviesen buscando pero estaba muy lejos como para que mi padre pudiera escuchar mis pensamientos y hacía un poco de viento, así que les tardaría un par de horas más en encontrarme.
- Renesmee – dijo Ethan, sacándome de mis pensamientos - Julie una vez me contó que no había muchos Müller en el mundo. Sus antepasados eran partidarios de los nazis, y cuando acabó la Segunda Guerra Mundial, muy pocos pudieron escapar. – explicó – entonces piensa, yo mordí a Julie y ahora no estoy muy seguro de haberla matado, y ahora hay algún vampiro que tiene el mismo apellido que ella.
- Pero Ethan n.. – comencé a decir pero él me interrumpió.
- Si, sé que son pocas las pruebas que tengo, pero no puedo dejar de pasar esta oportunidad por que si es ella, nunca me lo perdonaré. – tomó mis manos entre las suyas – por favor Renesmee, es mi única oportunidad para arreglar todo lo que hice mal.
Inhalé profundamente y después exhale con lentitud.
- Pero antes explícame una cosa Ethan – dije mientras quitaba mis manos de entre las suyas - ¿Por qué yo? Sabes que mi fuerte no es eso de los combates cuerpo a cuerpo.
En ese momento recordé cuando me enfrenté a Katherine en la casa abandonada al otro lado del río, cuando Ethan encontró el sobre a nombre de Alice, y un escalofrío me recorrió por completo.
Hasta ese momento había caído en cuanta de qué fácil habría sido que Katherine me matara en ese momento. No lo había notado a causa de la adrenalina que nublaba mi percepción del peligro – y del dolor- de una manera inusual.
Ethan notó mi estremecimiento así que con un movimiento elegante se sacó la chamarra y me la puso sobre los hombros. No la necesitaba, pues mi sangre era casi tan caliente como la de los licántropos, pero le sonreí amablemente ante tal gesto. A pesar de todo, Ethan no dejaba de ser un caballero de los años 50’s.
- Si, eso lo sé. También sé que Katherine es muy peligrosa es por eso que te pido que me acompañes – dijo – para que mientras yo distraigo a Katherine, tú busques a Julie. Eres la única en la que puedo confiar. Eras la única persona que tengo.
Lo último lo dijo con los dientes apretados, pero sabía que no era signo de enojo, si no todo lo contrario. Cuando dijo las últimas palabras, a pesar del esfuerzo que hizo, se escuchó cómo su voz se quebraba.
- Por favor. – dijo, y sentí como me acuchillaba con la sinceridad de sus palabras.
Además, le debía mucho. Mi vida, para empezar.
Suspiré.
- Está bien Ethan, te acompañaré – dije y una sonrisa se extendió en su rostro - no puedo ser una egoísta contigo.
Su sonrisa se amplió y me contagió esa extraña alegría. Como un pequeño rayo de sol en la oscuridad que ambos estábamos.
- Gracias muñeca – dijo para después darme un beso en la frente – sabía que toda esa porquería no te había cambiado. Sigues siendo la pequeña criatura valiente, leal y un tanto orgullosa que conocí en el castillo. Sólo necesitabas un empujoncito. – Me guiñó el ojo.
- No tienes nada que agradecerme – dije mientras suspiraba y me preparaba mentalmente para aplazar la búsqueda de Jacob por un par de días.
Sabía que Ethan no planeaba matar a Katherine, eso estaba más que sobreentendido. Lo único que me preocupaba era que tan enojada podría estar Katherine después de lo que planeábamos hacer, ya que eso podría alargar más las cosas.
- Además – dijo, regresándome a la realidad – este trae un bonus que seguro de va a interesar.
Al principio desconfié un poco de lo que me estaba diciendo, pues su habitual sonrisa arrogante y pícara había aparecido en su rostro.
- Recuerda que lo más probable sea que donde esté Katherine, esté tu novio. – dijo- Así que si todo sale bien, tu pesadilla terminará.

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Ya saben que como siempre, quiero saber que opinan (:
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B) Escritura.

GRACIAS por su paciencia!

"Prefiero escribir para mí y no tener seguidores, que escribir para los seguidores y no tenerme a mí." - Someone.

sábado, 11 de junio de 2011

Marionetas. Cap.90

El simple hecho de pensar en Jacob… muerto hacía que esa oscura y fría sensación, parecida al pánica creciera dentro de mí. Devorándome de adentro hacia fuera. Si, no era la primera vez que me lo planteaba, tenía que ser realista, pero dolía como la primera vez. O puede que incluso más , debido a que ahora no sabía que en realidad había vivido y qué había sido un espejismo.

Intenté aferrarme con todas mis fuerzas a aquellos recuerdos sólidos, como el calor de Jacob que cada vez que lo recordaba casi podía sentir su tibia piel, su aroma a los húmedos bosques.

Más lágrimas salieron de mis ojos en contra de mi voluntad.

¿Por qué no simplemente… la mataron cuando tuvieron oportunidad? Culpa. Dijo algo dentro de mí, y caí en la cuenta de que por más duro que mi padre quisiera aparentar, yo sabía que si hay algo que nuca se perdonará fue todo el sufrimiento que su “instinto” causó.

Giré hacia la cabaña y aún podía distinguir la luz desbordándose de aquellas ventanitas. Nadie de mi familia me había seguido, es lo mínimo que podrían hacer. Pero no dudé que ya estuvieran pensando en lo que podrían hacer en cuanto regresara. Es decir, si regresaba.

Carajo. Pensé. Y deseé estar lo bastante lejos de la cabaña como para que mi padre no me hubiera escuchado. Por si las dudas, comencé a correr de nuevo.

Era curioso como siempre el correr me había hecho sentir liberada e incluso, acompañada por que desde que fui lo suficientemente capaz como para correr, Jacob siempre estaba allí. Listo para cargarme si estaba cansada, darme un beso en la rodilla si alguna vez me llegaba a caer y rasparme. Dispuesto para mí.

Sentí como ese agujero negro se volvía a abrir dentro de mí, mientras sentía como mi corazón iba cediendo más y más a los dolorosos recuerdos.

A cada paso que daba, más recuerdos venían a mi mente, recuerdos de épocas donde las cosas eran más simples, menos dolorosas. Épocas donde con el simple hecho de recorrer algunos kilómetros podía tener a Jake entre mis brazos.

Y no los reprimí. Por primera vez dejé que todo el dolor, toda la frustración y tristeza salieran. Tanto tiempo los había guardado que ahora parecían nunca terminar. Sentía que me estaba hundiendo en mis propios sentimientos.

Mis piernas ardían, a causa de los rasguños y el agotamiento. Me tendí boca arriba en el suelo lleno de tierra y hojas. No podía ver más que la Luna. Una Luna gigante, blanca y reluciente. Deseé probar una pizca de aquella tranquilidad que la Luna irradiaba.

Jacob.

Todas sus caricias, el sonido de su risa, el olor de su piel, la fuerza de su abrazo y la ternura de sus besos estaban abrumándome. Todo lo que algún día me pareció sólido en incapaz de romperse, ahora se me escapaba de entre los dedos como agua, agua que me estaba ahogando.

Lo quería, y lo quería en ese momento. No tanto en un aspecto físico, aunque no podía negar que el simple hecho de volver a imaginar el roce de sus labios contra mi piel hacía que se me erizara la piel y perdiera el sueño; si no simplemente quería saber que estaba bien, que estaba… vivo.

Pasaron unos minutos y las lágrimas comenzaron a cesar. No puedo decir que ya no me dolían todos esos recuerdos, porque sabía bien que no lo dejarían de hacer hasta encontrar a Jake, pero al menos ya no sentía que me hundían. Poco a poco ese peso imaginario se fue quitando de mí, para que pudiera intentar flotar en ese mar de recuerdos.

Tenía que seguir adelante. Es lo que Jacob hubiera querido que hiciera.

Unos delgados hilos de lágrimas aún caían por mis mejillas, y podía escuchar mi corazón acelerado y mi respiración entrecortada. Me incorporé hasta quedar sentada y miré a mi alrededor.

No estaba muy segura de en donde estaba y aquellos árboles, con el reflejo de la luz de la Luna podían llegarse a ver un tanto fantasmagóricos.

Por un momento, cerré los ojos y respiré profundamente, saboreando eses olores y sonidos del bosque. Llegando a un pequeño pero preciado remanso de tranquilidad ente el caos.

- Renesmee. – escuché.

Automáticamente mis ojos se abrieron, pero de nuevo no pude ver más que la densa oscuridad, iluminada a tramos por la luz de la Luna.

Algo dentro de mí comenzó a abrirse como capullo; algo que me decía que algo no andaba bien. Un ligero sentimiento de pánico.

No estaba segura de quien había dicho mi nombre, sólo estaba segura de dos cosas: No había sido mi imaginación y podía ser peligroso.

Pero en cuanto comencé a incorporarme para ponerme de pie sentí el peso de alguien – o algo- que me derribaba y me dejaba de contra las hojas secas.

Por unos interminables segundos sentí como si el aire se escapara de mis pulmones y fuera remplazado por una sensación helada que te paralizaba.

Intenté gritar pero algo tapaba mi boca, ahogando mis gritos.

Una ricilla seca se escuchó. Una risa que me pareció familiar.

- Sabía que ibas a gritar, muñeca.

Un click sonó dentro de mi cabeza.

Abrí mi boca y con un movimiento rápido mordí la mano que tapaba mi boca. Él se quejó y quitó la mano.

- Ethan – dije en una exhalación.

Él me dedicó una de sus sonrisas maliciosas.

- Por un momento olvidé que no eres tan inofensiva como pareces. – otra risa.

- ¿Qué quieres? – dije mientras forcejeaba para liberar mi cuerpo de su peso.

Sólo mis piernas estaban libres, ya que mis brazos estaban apresados entre sus piernas. En cierto modo, estaba sentado sobre mí, con las manos apoyadas a los lados de mi cabeza.

Pasaron unos segundo y nadie dijo nada.

Atrás de él la luna seguía brillando tranquilamente, indiferente de todo lo que pasaba bajo de ella. Su luz dibujaba la silueta de Ethan, dejando en oscuridad su rostro. Pero cuando sonreía, sus dientes blancos se dibujaban entre la oscuridad. Agudicé la vista y noté que en aquellos ojos que comenzaban a ponerse anaranjados había un punto de preocupación, había algo que me quería decir.

- Tenemos que hablar – dijo por fin.

- No me digas. – dije mordazmente – que buena táctica para tener mi atención ¿eh?.

Él suspiró, al parecer ya esperaba mi sarcasmo.

- Escuché una parte de lo que pasó allá adentro. También ví lo que pasaba en tu camino hasta acá – dijo mientras que con un pulgar limpiaba los rastros de las últimas lágrimas.

Por sentido común deduje que se refería a mi pequeño… quiebre.

- ¿Me vas a besar o algo? Si va a ser así, apúrate para que me pueda ir – dije mientras lo miraba fijamente. El movimiento de su pulgar contra mi mejilla cesó.

- No, no lo haré. Capté el mensaje bastante bien la última vez – dijo, y automáticamente recordé “la última vez” y pude sentir como mis mejillas se enrojecían – Y ¿a dónde pretendes ir? No sabes la siguiente pista.

Carajo. Tenía razón.

- Sea lo que sea, dímelo ya. No sé si te acuerdas, pero la última vez que nos vimos descubrí algunas cosas nos muy gratas sobre ti. No tengo nada que hacer contigo – dije.

- Está bien – dijo suspirando – Tengo que admitir que no he sido muy honesto contigo pero…

- ¿Enserio? – lo interrumpí sarcásticamente – y yo que pensaba que nuestra relación era tan clara como el agua.

- ¿Me vas a dejar hablar o no? – dijo un tanto irritado.

Me quedé callada.

- Lo primero que quiero decirte, más bien hacerte dar cuenta, es que no estás haciendo otra cosa si no seguir el juego de Katherine. – dijo – Esto es lo que ella quiere Renesmee. Quiere que te derrumbes, que odies a tu familia, a tus amigos, a mí. Quiere que desconfíes de todos. Porque si te hiere a ti, hiere a Edward. Y eso, es lo único que quiere. No se lo des.

No, no podía ser cierto. Yo actué de la forma que actué porque así lo sentí, no porque Katherine me lo hubiera dicho.

- Pero te forzó a sentir eso. – dijo y supuse que se lo había dicho mentalmente por accidente - Divide y vencerás - dijo, mientras me giñaba el ojo.

Me sentía como una completa imbécil.

Había dado todo por ir contra corriente de Katherine, para al final sólo darme cuenta que estaba haciendo todo exactamente como ella lo había planeado para mí.

Sentía las lágrimas venir; esa picazón que te avisa que estás apunto de llorar. Y lo peor es que no eran lágrimas de tristeza, como tantas ya había derramado, si no eran unas lágrimas que ardían aún más: lágrimas de coraje.

Comenzaron a salir algunas.

Tantas veces me había sentido la protagonista de la retorcida historia de Katherine para al final darme cuenta de que no había protagonistas, simplemente algunas marionetas que utilizaba para dañar a otros. Yo era una de esas marionetas.

Y allí estaba, bajo Ethan llorando como una tonta por todos mis errores. No era la primera vez que él me veía llorar, pero para mí fue la más vergonzosa por que la causante de esas lágrimas había sido yo misma, mi estupidez.

- No llores. – dijo Ethan mientras que con una infinita ternura limpiaba mis lágrimas – Eres demasiado bonita como para llorar.

Esto último me hizo soltar una risa cansada.

- Cuando quieres, tienes un lado que me gusta. – dije, aún con la voz un poco rasposa.

Ahora fue él el que rió.

- Me amas, admítelo – dijo y esa sonrisa pícara y arrogante volvió a relucir. Su firma.

- Tanto como a un hermano – respondí y tengo que admitir, él siempre encontraba un modo de distraerme. – ¿Me devuelves mis brazos? – dije mientras miraba que él seguía sentado en mí.

Su sonrisa desapareció

Todavía falta algo que quiero decirte – su cara era inescrutable – Hablo en serio Renesmee, y quiero que me escuches.

Guardé silencio.

Inhaló profundamente y pude notar ese brillo de inquietud en sus ojos. Después soltó:

- Creo que Julie está viva. Y creo que está con Katherine.


-----------*

Si, tienen derecho a odiarme. Pero en lo personal diría que no me quedó tan mal este cap.

Respuestas a las preguntas formuladas por Anónimo en los comentarios del cap. Anterior:

1. ¿el hijo de katherine era hijo de edward?
2. si nessie puede quitar el escudo mental de bella, ¿por que no lo hizo con ese recuerdo?. ella puede hacerlo incluso sin querer...
3. ¿por que jake no se convierte en hombre lobo para librarse de katherine?


Respuestas:

1. No, era de Katherine y alguien más. Ella ya no había tenido cuando Edward la mordió.

2. No lo puede quitar, sólo lo puede sentir si se concentra en sentirlo. Y aunque lo pudiera quitar, no podría por que hasta el cap. anterior, no sabía que estaba allí.

3. Por una razón que descubrirán en unos cuantos capítulos más.


Si tienen preguntas como estas no duden dejarlas en comentarios, que yo las responderé acá o el la pag. oficial en Facebook. (:


No

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lunes, 25 de abril de 2011

El principio del posible final. [2/2]

Un grito estremecedor me sacudió por dentro y me heló los huesos. Era un grito de desesperación, un grito de auxilio, un grito de una lucha ya perdida; que lentamente si iba fundiendo con el silencio glacial de la noche…

De pronto, entre la oscuridad en la que ellos estaban envueltos, pude notar que unos segundos después que mi padre mordiera a aquella chica –Katherine – su figura se tensaba, como si hubiera visto o escuchado algo. Alejó su rostro del cuello de Katherine comenzó a retroceder con el rostro desfigurado por el pánico. Tambaleaba hacia atrás, algo muy poco común en su elegante andar. Parecía realmente perturbado. Podía escuchar el ligero borboteo de la sangre de Katherine saliendo a borbotones que aquella herida; a un ritmo frenético, al ritmo de su corazón.

Entonces, con lo labios aún manchados con sangre, Edward huyó a toda prisa de ese callejón. Dejando detrás de sí una joven con destino incierto y un rastro de manchas color rojo escarlata en la nieve.

Sentí una ligera sensación de vértigo y el piso debajo de mí se desvaneció y por una fracción de segundo no pude ver más que negro. Y después estaba sentada tranquilamente el sillón de aquella cabaña alquilada.

Las lámparas de gas y calles empedradas habían desaparecido. Sólo tenía una mirada de sorpresa de parte de mi padre.

- - ¿Sentiste eso? – susurró mi padre.

Tragué saliva y contesté.

- - Creo que sí.

Entre ese espeso silencio, papá esbozó una leve sonrisa.

- - ¿Edward? – la voz de Alice llamó mi atención.

Ella y mamá había cambiado su posición y estaban más cerca de mí.

- -Renesmee acaba de… - comenzó a hablar él.

- -Probablemente haya sido mi imaginación – lo interrumpí. No estábamos en condiciones de armar revuelo cuando el tiempo se nos estaba escapando y con él, la oportunidad de descifrar todo de una vez por todo – Seguramente todos estamos muy cansados.

Sin pensarlo solté una risilla cansada.

Mamá se sentó junto a mí.

- -Quizás deberías descansar un poco. – dijo mientras tocaba mis ojeras – Intenta digerir esto poco a poco.

Miré su rostro, y una disculpa estaba implícita en sus facciones,. Supuse que ella tampoco la estaba pasando muy bien. Y ya que lo mencionaban, sí estaba muy cansada, toda esa adrenalina que me había estado impulsando las últimas 48 hras se había desvanecido y ahora mi cuerpo estaba cobrando la cuenta. Pero no podía parar, no me iba dar un descanso a mí misma hasta encontrar a Jacob. Era el castigo que yo misma me había impuesto por que aunque no estaba segura, sentía que yo había hecho algo, algo que había detonado la bomba que era Katherine.

- -No. – dije mientras regresaba la mirada hacia papá – Necesito saber. ¿Por qué huiste?.

Sus facciones se crisparon, y por un momento, sentí su dolor. Por que creo que a pesar de todo, él sentía dolor por lo que había hecho o al menos en algún momento de su vida lo había sentido.

- - Sólo al principio – dijo con fiereza, respondiendo a mis pensamientos – Después de todo lo que ella ha hecho, me dí cuenta que el monstruo no soy yo. – Exhaló – Ella pensó en su hijo.

No puedo describir con palabras lo que sentí en ese momento. Es como si me hubieran inyectado hidrógeno líquido, adrenalina y me hubieran sacado en aire de los pulmones, todo al mismo tiempo.

En mi mente simplemente no podían encajar las piezas de la Katherine que yo conocía y una figura materna. Eran como dos polos opuestos.

Pero… pero quizás no siempre fue así. Intenté recordar a la Katherine humana, con esos ojos incautos, que aún reflejaban aquel brillo de la adolescencia recién abandonada.

Algo la hizo cambiar. Alguien.

Mis ojos se dirigieron con rapidez hacia mi padre, quien escuchaba atentamente todas y cada una de mis conclusiones; y en sus ojos pude ver la confirmación de ésa última teoría no formulada en voz alta.

- -Yo sólo… - dijo en voz baja – me marché. A los pocos meses convencí a Carlisle de mudarnos y fue así que nunca más supe de su paradero.

- -Simplemente… ¿Dejaste que se transformara allí? – dije. Y debía de admitir que en el fondo, me sentía un poco aterrorizada, pero noté de que no se enterara mi padre.

Él apretó la mandíbula.

- -Entré en pánico Renesmee – admitió, no sin cierto vergüenza – Todo en lo que yo creía que estaba bien se vino abajo y me dí cuenta que me estaba convirtiendo en todo aquello que detestaba de mi propia naturaleza: un monstruo.

Me sentía aturdida, tantas cosas por digerir, tantas cosas que por años me habían ocultado. Empezaba a dudar si de verdad sabía quien era mi familia.

Más allá de la ventana, el Sol se estaba poniendo, dejando escapar por encima de él algunos rayos color anaranjado, haciendo ver las nubes como pequeños algodones.

Y aún así, con lo que acababa de escuchar no me quedaba claro el por qué era yo su principal víctima. Si en todo casi quisiera venganza, el indicado sería mi padre –aún no me gustaba la idea – no yo y muchos menos Jacob.

Por más de una noche me había quedado despierta, viendo directamente en la oscuridad mientras pensaba qué podría estar haciendo Jacob en esos momentos o peor… qué le podrían estar haciendo. E inmediatamente en mí se abría una herida supurante que ardía cada vez que el nombre de Jacob siquiera pasaba por mi mente. Mis fuerzas se iban agotando cada vez que me topaba con un callejón sin salida. Me sentía tan perdida como el primer día.

- -¿Y qué tengo yo que ver aquí? – pregunté y para mi mala suerte, la voz se me quebró.

Bueno, al menos las lágrimas aún no salían.

- -Ella se está tratando de vengar por lo que yo le “hice” a su hijo.

- -También lo… - comencé a decir pero las palabras se quedaron atoradas en mi garganta.

- -No – dijo él – pero ella cree que la mejor forma de vengarse, por lo que… sucedió es atacando a una de las dos cosas que más me interesan en el mundo: Tú. Para mí, es la forma más dolorosa.

En un retorcido modo, lo que acababa de decir tenía sentido.

- -¿Y Jacob? – mi voz apenas fue un susurro.

- -Al amar otorgas a otros el poder de ser destruido, pequeña – me dijo mientras me acariciaba la mejilla – y tu amas a Jacob.

Con un ligero sollozo todas las lágrimas que habían estado contenidas dentro de mí durante tanto tiempo comenzaron a salir sin control, resbalando por mis mejillas. Los ágiles dedos de mi padre atrapaban una de vez en cuando.

Todo parecía derrumbarse sobre mí. Ahora que lo comprendía todo – o al menos una parte significativa- no podía encontrar el alivio que tanto esperaba, ese que supuestamente te llega con las respuestas.

- -Tu ya lo sabías ¿cierto?, ¿Ya la conocías? – dije con los ojos abnegados en lágrimas y mirando a mamá.

Había algo que sentía que ataba a mamá y a Katherine.

No pudo ocultar ese remordimiento.

- -Sólo la ví una vez. – admitió – Fue después de que los Voulturi vinieran. Apenas tenías un año.

- -¿Qué quería?.

- -Quería… - dijo para dejar la frase inconclusa y mirar a papá con preocupación.

Él suspiró y me volteó a ver.

- -Quería conocerte.

¿Y la dejaron? Le pregunté mentalmente a papá.

- -Ella dijo que sólo quería “recordar lo que le había quietado” – dijo, no sin cierta amargura.

- -Todos estuvimos presentes, no corriste ningún peligro – dijo Alice, en un intento fallido por tranquilizarme. – Además, no ví nada en el futuro que pudiera afectarte. Parecía… infoensiva.

Katherine es inofensiva. Sobre todo, eso. Pensé con sarcasmo.

- -¿A quienes te refieres con “todos”? – temía que más de los necesarios estuvieran involucrados en esto. Si era así, entonces sería oficial que mi vida ha sido una mentira.

- -Sólo nosotros tres y… - papá dejó la frase sin terminar, pero ambos sabíamos a quien se refería.

Jacob.

Papá movió ligeramente la cabeza en una señal de afirmación.

Tragué saliva y algo parecido a un escozor constante apareció en mi pecho, después concluí que era al parecido a un sentimiento de traición.

Busqué entre mis recuerdos algo que me indicara que ya había visto a Katherine antes. Pero nada aparecía; era como si ese día nunca hubiera existido.

Pero a pesar de todo, había algo al fondo de mí que sabía que Katherine si existía, que ese recuerdo siempre había estado dentro de mí y sólo había estado esperando el momento de volverla a ver para regresar a mi mente. Había algo, estaba segura.

Miré a los tres con ojos expectantes y pregunté:

- -¿Por qué no lo recuerdo?.

- -Pensamos que estarías más segura si no lo recordabas.- dijo Alice.

Entonces sí lo viví. ¿Pero cómo podría simplemente…olvidarlo?

¡No!.

Mis ojos se dirigieron rápidamente hacia donde estaba mamá y deseé con todas mis ganas que lo que estaba pensando no fuera realidad.

- -Bloqueé ese recuerdo de tu mente. – dijo, serenamente.

- -¡¿Qué tú qué?! – dije, casi sin aliento.

- -Fue por puras razones de seguridad, Renesmee – dijo papá con seriedad.

- -¡Deja de decir eso! – grité. – Me están diciendo que todo lo que hicieron fue por mi “seguridad” – hice las comillas aéreas- pero parece que fue por puro egoísmo. Por que ¿Advinien qué? Todo les salió mal, ¡todo!.

- -Renesmee…

- -¡No mamá! – la interrumpí – No me voy a tranquilizar. Dime, ¿Eso fue lo único que bloqueaste de mi mente, o hay algo más que deba saber? Digo, si mi vida es un engaño al menos merezco saberlo – dije con amargura.

El único espacio que tenía, que era personal y respetado era mi mente. Donde podía desahogarme y pensar lo que quisiera sin tener miedo a que alguien lo supiera –Papá podía, pero era bastante prudente en el tema-.; había sido invadido, totalmente, desde que era sólo una pequeña.

Apreté los dientes para no intentar llorar, pero ya podía ver esa cortina cristalina frente a mis ojos.

Estaba de pie frente a ellos, quebrándome por dentro y ellos parecían no tener nada por lo cual arrepentirse.

- -Todo esto es su culpa – dije – si encuentro a Jacob… muerto – me constó pronunciar esa palabra – será todo su culpa.

Y con las mejillas empapadas en lágrimas salí lo más rápido que pude de esa cabaña, con una incertidumbre de en quien se debe de confiar de verdad.


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