lunes, 25 de abril de 2011

El principio del posible final. [2/2]

Un grito estremecedor me sacudió por dentro y me heló los huesos. Era un grito de desesperación, un grito de auxilio, un grito de una lucha ya perdida; que lentamente si iba fundiendo con el silencio glacial de la noche…

De pronto, entre la oscuridad en la que ellos estaban envueltos, pude notar que unos segundos después que mi padre mordiera a aquella chica –Katherine – su figura se tensaba, como si hubiera visto o escuchado algo. Alejó su rostro del cuello de Katherine comenzó a retroceder con el rostro desfigurado por el pánico. Tambaleaba hacia atrás, algo muy poco común en su elegante andar. Parecía realmente perturbado. Podía escuchar el ligero borboteo de la sangre de Katherine saliendo a borbotones que aquella herida; a un ritmo frenético, al ritmo de su corazón.

Entonces, con lo labios aún manchados con sangre, Edward huyó a toda prisa de ese callejón. Dejando detrás de sí una joven con destino incierto y un rastro de manchas color rojo escarlata en la nieve.

Sentí una ligera sensación de vértigo y el piso debajo de mí se desvaneció y por una fracción de segundo no pude ver más que negro. Y después estaba sentada tranquilamente el sillón de aquella cabaña alquilada.

Las lámparas de gas y calles empedradas habían desaparecido. Sólo tenía una mirada de sorpresa de parte de mi padre.

- - ¿Sentiste eso? – susurró mi padre.

Tragué saliva y contesté.

- - Creo que sí.

Entre ese espeso silencio, papá esbozó una leve sonrisa.

- - ¿Edward? – la voz de Alice llamó mi atención.

Ella y mamá había cambiado su posición y estaban más cerca de mí.

- -Renesmee acaba de… - comenzó a hablar él.

- -Probablemente haya sido mi imaginación – lo interrumpí. No estábamos en condiciones de armar revuelo cuando el tiempo se nos estaba escapando y con él, la oportunidad de descifrar todo de una vez por todo – Seguramente todos estamos muy cansados.

Sin pensarlo solté una risilla cansada.

Mamá se sentó junto a mí.

- -Quizás deberías descansar un poco. – dijo mientras tocaba mis ojeras – Intenta digerir esto poco a poco.

Miré su rostro, y una disculpa estaba implícita en sus facciones,. Supuse que ella tampoco la estaba pasando muy bien. Y ya que lo mencionaban, sí estaba muy cansada, toda esa adrenalina que me había estado impulsando las últimas 48 hras se había desvanecido y ahora mi cuerpo estaba cobrando la cuenta. Pero no podía parar, no me iba dar un descanso a mí misma hasta encontrar a Jacob. Era el castigo que yo misma me había impuesto por que aunque no estaba segura, sentía que yo había hecho algo, algo que había detonado la bomba que era Katherine.

- -No. – dije mientras regresaba la mirada hacia papá – Necesito saber. ¿Por qué huiste?.

Sus facciones se crisparon, y por un momento, sentí su dolor. Por que creo que a pesar de todo, él sentía dolor por lo que había hecho o al menos en algún momento de su vida lo había sentido.

- - Sólo al principio – dijo con fiereza, respondiendo a mis pensamientos – Después de todo lo que ella ha hecho, me dí cuenta que el monstruo no soy yo. – Exhaló – Ella pensó en su hijo.

No puedo describir con palabras lo que sentí en ese momento. Es como si me hubieran inyectado hidrógeno líquido, adrenalina y me hubieran sacado en aire de los pulmones, todo al mismo tiempo.

En mi mente simplemente no podían encajar las piezas de la Katherine que yo conocía y una figura materna. Eran como dos polos opuestos.

Pero… pero quizás no siempre fue así. Intenté recordar a la Katherine humana, con esos ojos incautos, que aún reflejaban aquel brillo de la adolescencia recién abandonada.

Algo la hizo cambiar. Alguien.

Mis ojos se dirigieron con rapidez hacia mi padre, quien escuchaba atentamente todas y cada una de mis conclusiones; y en sus ojos pude ver la confirmación de ésa última teoría no formulada en voz alta.

- -Yo sólo… - dijo en voz baja – me marché. A los pocos meses convencí a Carlisle de mudarnos y fue así que nunca más supe de su paradero.

- -Simplemente… ¿Dejaste que se transformara allí? – dije. Y debía de admitir que en el fondo, me sentía un poco aterrorizada, pero noté de que no se enterara mi padre.

Él apretó la mandíbula.

- -Entré en pánico Renesmee – admitió, no sin cierto vergüenza – Todo en lo que yo creía que estaba bien se vino abajo y me dí cuenta que me estaba convirtiendo en todo aquello que detestaba de mi propia naturaleza: un monstruo.

Me sentía aturdida, tantas cosas por digerir, tantas cosas que por años me habían ocultado. Empezaba a dudar si de verdad sabía quien era mi familia.

Más allá de la ventana, el Sol se estaba poniendo, dejando escapar por encima de él algunos rayos color anaranjado, haciendo ver las nubes como pequeños algodones.

Y aún así, con lo que acababa de escuchar no me quedaba claro el por qué era yo su principal víctima. Si en todo casi quisiera venganza, el indicado sería mi padre –aún no me gustaba la idea – no yo y muchos menos Jacob.

Por más de una noche me había quedado despierta, viendo directamente en la oscuridad mientras pensaba qué podría estar haciendo Jacob en esos momentos o peor… qué le podrían estar haciendo. E inmediatamente en mí se abría una herida supurante que ardía cada vez que el nombre de Jacob siquiera pasaba por mi mente. Mis fuerzas se iban agotando cada vez que me topaba con un callejón sin salida. Me sentía tan perdida como el primer día.

- -¿Y qué tengo yo que ver aquí? – pregunté y para mi mala suerte, la voz se me quebró.

Bueno, al menos las lágrimas aún no salían.

- -Ella se está tratando de vengar por lo que yo le “hice” a su hijo.

- -También lo… - comencé a decir pero las palabras se quedaron atoradas en mi garganta.

- -No – dijo él – pero ella cree que la mejor forma de vengarse, por lo que… sucedió es atacando a una de las dos cosas que más me interesan en el mundo: Tú. Para mí, es la forma más dolorosa.

En un retorcido modo, lo que acababa de decir tenía sentido.

- -¿Y Jacob? – mi voz apenas fue un susurro.

- -Al amar otorgas a otros el poder de ser destruido, pequeña – me dijo mientras me acariciaba la mejilla – y tu amas a Jacob.

Con un ligero sollozo todas las lágrimas que habían estado contenidas dentro de mí durante tanto tiempo comenzaron a salir sin control, resbalando por mis mejillas. Los ágiles dedos de mi padre atrapaban una de vez en cuando.

Todo parecía derrumbarse sobre mí. Ahora que lo comprendía todo – o al menos una parte significativa- no podía encontrar el alivio que tanto esperaba, ese que supuestamente te llega con las respuestas.

- -Tu ya lo sabías ¿cierto?, ¿Ya la conocías? – dije con los ojos abnegados en lágrimas y mirando a mamá.

Había algo que sentía que ataba a mamá y a Katherine.

No pudo ocultar ese remordimiento.

- -Sólo la ví una vez. – admitió – Fue después de que los Voulturi vinieran. Apenas tenías un año.

- -¿Qué quería?.

- -Quería… - dijo para dejar la frase inconclusa y mirar a papá con preocupación.

Él suspiró y me volteó a ver.

- -Quería conocerte.

¿Y la dejaron? Le pregunté mentalmente a papá.

- -Ella dijo que sólo quería “recordar lo que le había quietado” – dijo, no sin cierta amargura.

- -Todos estuvimos presentes, no corriste ningún peligro – dijo Alice, en un intento fallido por tranquilizarme. – Además, no ví nada en el futuro que pudiera afectarte. Parecía… infoensiva.

Katherine es inofensiva. Sobre todo, eso. Pensé con sarcasmo.

- -¿A quienes te refieres con “todos”? – temía que más de los necesarios estuvieran involucrados en esto. Si era así, entonces sería oficial que mi vida ha sido una mentira.

- -Sólo nosotros tres y… - papá dejó la frase sin terminar, pero ambos sabíamos a quien se refería.

Jacob.

Papá movió ligeramente la cabeza en una señal de afirmación.

Tragué saliva y algo parecido a un escozor constante apareció en mi pecho, después concluí que era al parecido a un sentimiento de traición.

Busqué entre mis recuerdos algo que me indicara que ya había visto a Katherine antes. Pero nada aparecía; era como si ese día nunca hubiera existido.

Pero a pesar de todo, había algo al fondo de mí que sabía que Katherine si existía, que ese recuerdo siempre había estado dentro de mí y sólo había estado esperando el momento de volverla a ver para regresar a mi mente. Había algo, estaba segura.

Miré a los tres con ojos expectantes y pregunté:

- -¿Por qué no lo recuerdo?.

- -Pensamos que estarías más segura si no lo recordabas.- dijo Alice.

Entonces sí lo viví. ¿Pero cómo podría simplemente…olvidarlo?

¡No!.

Mis ojos se dirigieron rápidamente hacia donde estaba mamá y deseé con todas mis ganas que lo que estaba pensando no fuera realidad.

- -Bloqueé ese recuerdo de tu mente. – dijo, serenamente.

- -¡¿Qué tú qué?! – dije, casi sin aliento.

- -Fue por puras razones de seguridad, Renesmee – dijo papá con seriedad.

- -¡Deja de decir eso! – grité. – Me están diciendo que todo lo que hicieron fue por mi “seguridad” – hice las comillas aéreas- pero parece que fue por puro egoísmo. Por que ¿Advinien qué? Todo les salió mal, ¡todo!.

- -Renesmee…

- -¡No mamá! – la interrumpí – No me voy a tranquilizar. Dime, ¿Eso fue lo único que bloqueaste de mi mente, o hay algo más que deba saber? Digo, si mi vida es un engaño al menos merezco saberlo – dije con amargura.

El único espacio que tenía, que era personal y respetado era mi mente. Donde podía desahogarme y pensar lo que quisiera sin tener miedo a que alguien lo supiera –Papá podía, pero era bastante prudente en el tema-.; había sido invadido, totalmente, desde que era sólo una pequeña.

Apreté los dientes para no intentar llorar, pero ya podía ver esa cortina cristalina frente a mis ojos.

Estaba de pie frente a ellos, quebrándome por dentro y ellos parecían no tener nada por lo cual arrepentirse.

- -Todo esto es su culpa – dije – si encuentro a Jacob… muerto – me constó pronunciar esa palabra – será todo su culpa.

Y con las mejillas empapadas en lágrimas salí lo más rápido que pude de esa cabaña, con una incertidumbre de en quien se debe de confiar de verdad.


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Pueden buscarlo como The Renesmee Cullen Love Story

(: GRACiiAS

jueves, 14 de abril de 2011

El principio del posible final. Cap.89 [1/2]

Ella suspiró pesadamente hizo una ademán para que tomara asiento en el sofá que había en el pequeño estudio. Miré por el rabillo en dirección donde antes habían estado los demás, pero ya no los ví. Me sentí un poco más cómoda, pues a pesar de que eran mi familia, era un tema un poco complicado, ya que ni si quiera yo sabía las proporciones que lo que me contarían podría causar…

Hubo un momento donde miles de posibilidades comenzaron a rondar mi cabeza, no todas muy buenas. Papá se dió cuenta así que comenzó a hablar para atraer mi atención lejos de esos pensamientos – quizás no muy – improbables.

- Para comprender por qué te lo ocultamos, primero deberías saber la historia completa. – su postura era un tanto rígida y si no lo conociera de toda la vida, hubiera creído que era indiferente al tema; pero había un cierto brillo de preocupación en sus ojos que lo delataba.

- Creo que eso es lo que he estado pidiendo desde un principio – dije áspera.

Sabía que esto no era fácil para ellos, pero ¿Qué había sobre mí? De todo lo que había estado segura sobre mi vida hasta ese momento, se estaba desmoronando. ¿Alguien se preocupó alguna vez sobre cómo me podría sentir cuando descubriera la verdad?.

- Nunca nadie se lo imaginó, Renesmee – contestó papá a mis preguntas mentales, con voz contenida.

Apreté los dientes.

Había algo dentro de mí que los comprendía pero la otra parte –y más fuerte- estaba tan enojada que no podía pensar en otra cosa más que el hecho de que la mayor parte de mi vida, si no es que toda, mi familia me había mentido. A estas alturas ya no estaba segura de nada… ni siquiera de Jacob.

- Renesmee – comenzó papá mientras se ponía de cuclillas frente a mí para quedar a la misma altura, tal y como lo hacía de pequeña – sabes que en mis… inicios no fui una buena persona, es más ni siquiera me comporté como una persona. Pero pensé que actuaba correctamente dentro de lo que se podía, ahora sé que estoy equivocado.

“Ya sé que tu sabes de este “periodo”, aunque sea lo más básico, pero lo sabes. Créeme yo tampoco quisiera ahondar en recuerdos de mi vida pasada, son muy oscuros para poder volver a salir a la luz.

Cuando conocí a tu madre, renuncié a todo mi pasado a todas las conexiones que hubo en esa etapa oscura. Lo hice para protegerla, para protegerlas a ambas – me miró con esos ojos color miel y ví la súplica dentro de sus ojos – Fui muy arrogante al pensar que simplemente unas décadas me podrían separar completamente de mi vida anterior. Pero el pasado es el pasado y formará una parte de quien eres, hasta que dejes de existir.

En ésa época era sólo un monstruo que se alimentaba de otros monstruos más pequeños y débiles. Al eliminarlos de este mundo le hacía un favor a lo sociedad, los libraba de esa pequeñas escorias, aunque bueno, yo no lo hacía por caridad, era sólo una forma de sentirme menos que era un… monstruo. Pensaba que mataba a dos pájaros de un tiro, o al menos eso creía.”

Su expresión se ensombreció mientras miraba al suelo, parecía estar recordando algo que estaba muy empolvado en sus recuerdos. Mientras, mamá y Alice estaba de pie atrás de él en silencio, como dos bellas estatuas de mármol, con la preocupación y miedo cinceladas en aquellos rostros perfectos.

- Pasó mientras vivíamos en París. Esme tenía apenas un par de años de haber sido convertida y Carlisle estaba bastante ocupado enseñándole todas las reglas familiares. – continuó con la mirada lejos de mí. Intenté atraer su mirada, pero él seguía absorto en sus recuerdos de calles oscuras y empedradas de París. Lamentablemente a sólo unas horas de aquí.

Su voz se hizo ligeramente más queda, como si me estuviera desde un lugar ajeno, a pesar de que lo tenía enfrente.

No se me hizo difícil imaginarme las calles empedradas de París, con sus engañosos callejones y titilantes lámparas de gas; por que en cierto modo, Volterra se parecía mucho a a París, un parecido escalofriantemente cercano.

Lentamente, sentía que me sumergía en aquella historia, como una espectadora invisible…*

La Luna se alzaba tímida sobre aquella cuidad, reflejando su luz plateada sobre los tejados de las casas que bordeaban el río. Para ser una ciudad, tenía mucha pinta de un pequeño pueblo. Bueno, quizás era por que lo estaba comparando con una cuidad del siglo XXI.

La mayoría de las luces de las casas estaban apagadas. Seguramente sería más de la medianoche. Caminaba sin pensar en aquel recuerdo, admirando donde una vez todo comenzó.

Doblé la esquina, junto a un puesto de verduras cerrado y el escenario dio una vuelta de 180°. Al mismo tiempo me topé con lo que parecía ser la parte más bullciosa de la cuidad a aquellas altas horas de la noche.

Tampoco parecía ser la mejor zona de la cuidad.

Había unos cuantos pubs a lo largo de una calle, la cual estaba flanqueada por algunos callejones y lámparas de gas, la mayoría apagadas. Se escuchaban graves risotadas a lo lejos, signo de borrachos. El ambiente estaba impregnado por un olor… a podrido, nauseabundo; el cual si lo olías por más tiempo del necesario resultaba demasiado asfixiante para respirar.

Avancé unos metros más, calle abajo. Y en la esquina, recargada sobre un poste de una lámpara estaba una chica de espaldas a mí. Vestía una falda color guinda, al parecer demasiado larga para su estatura, pues los bordes inferiores estaban ennegrecidos y desgarrados de tanto arrastrarlos. En la parte superior vestía un corsé muy ceñido a su delgada figura; dejando ver unos hombros de un suave color marfil. Me acerqué un poco más y hasta ese momento pude notar que la falda estaba descolorida por el uso excesivo y la tela de corsé empezaba a desgarrarse. El cabello de la joven estaba recogido en una media coleta, adornada por unos pasadores que brillaban bajo la luz del farol. Era de un color negro tan intenso como la noche que la rodeaba. Tan negro que me pareció terriblemente familiar.

Aquella chica era joven y quizás bonita, pero por lo que pude concluir, vendía sus servicios sexuales. Algo no muy bien visto por la sociedad en aquella época.

De repente, esa figura femenina cambió de posición y con un simple movimiento se encontró de frente a mí.

Sentí como la respiración se me cortaba y la tibia sangre comenzaba a correr más rápido a causa de la adrenalina. Podía escuchar el palpitar de mi corazón en mis oídos y sentir esa ya conocida sensación de pánico entumeciendo mi pensamiento.

Katherine.

Unos ojos color verde observaban con curiosidad. Eran inocentes y muy grandes, contrarios al recuerdo que yo tenía sobre ellos. Sus labios tenían una expresión relajada, que para nada expresaban la ferocidad que caracterizaba a Katherine. También podía escuchar el suave latido de su corazón, bombeando sangre a unas mejillas ligeramente enrojecidas; era humana… aún.

Parecía una persona tan diferente a la que era ahora. Porque sí, estaba segura que era ella. Podías ver en su rostro una ferocidad latente bajo sus suaves movimientos. ¿Qué había sucedido con ella? Miré con detenimiento sus ojos y noté que no me estaba observando a mí, a pesar de que estaba frente a ella. Era invisible.

Seguí con mi mirada la dirección de sus ojos, la cual apuntaba detrás de mí. No había más que sombras, pero su mirada era tan insistente, que me obligó a escrutar cada parte de la oscuridad.

Y entonces ví algo. Algo entre la oscuridad que apenas y sería visible para el ojo humano, pero para mí aquella figura se veía más definida en la oscuridad.

Era un hombre, estaba segura, por la forma de los hombros y aquella altura. No tenía ninguna posición peligrosa, pero algo que emanaba de él, era una clara advertencia. A pesar de todo , no pude apartar la vista.

Unos par de latidos después, aquella figura masculina comenzó a ponerse en movimiento, saliendo de las sombras.

Reprimí un sollozo al ver aquel rostro, aquella piel marfileña y cabello de cobre con el que había crecido toda mi vida estaba allí parado, justo en el borde de la oscuridad.

Edward, mi padre. Estaba casi irreconocible. Su ropa era elegante y pulcra, pero todas las facciones de su rostro estaban más afiladas, los ojos estaba hundidos y rodeados por un par de ojeras que oscurecían aquellos ojos de un color rubí intenso.

Avanzó con paso ligero pero decidido y al igual que Katherine, miraba más allá de mí. Giré con preocupación hacia Katherine y noté que miraba embelesada a mi padre, como si fuera la criatura más sorprendente que alguna vez vió. Podía escuchar cómo su ritmo cardiaco aceleraba y avanzaba un par de pasos hacia él. Volví a girar, en dirección donde estaba mi padre, sólo para ver que él ya me había pasado y estaba al lado de Katherine, tomándola con fiereza por el mentón. Sólo a unos centímetros de su cuello.

Intenté gritar o moverme, correr hacia ellos y tratar de evitar lo que ahora parecía ya inevitable; pero mis piernas no se movían, mi garganta estaba seca y parecía estar atrapada dentro de mí misma, al parecer ése era el precio de vivir los recuerdos de alguien más: Ser tan sólo un espectador condenado a no poder hacer nada por cambiar el pasado.

En menos de un segundo, pude ver cómo mi padre la levantaba ligeramente sobre el nivel del piso, haciendo que sus delicados pies, quedaran suspendidos en el aire, agitándose mientras el resto de Katherine intentaba soltarse de ese agarre. Corrió a una velocidad sobrehumana hacia la oscuridad, llevándose a aquella chica humana con él.

Silencio.

Un grito estremecedor me sacudió por dentro y me heló los huesos. Era un grito de desesperación, un grito de auxilio, un grito de una lucha ya perdida; que lentamente si iba fundiendo con el silencio glacial de la noche…

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Más vale tarde que nunca. Pero bueno chance y en las proximas semanas podre escribir más, ya que tengo vacaciones (:

*¿Alguna vez han visto Harry Potter? Yo sé que sí. No recuerdo en qué película pero en una parte Harry entra a la oficina de Dumbledor y encuentra sus "recuerdos" que son como frasquitos. Los vierte en una tinita y si mete la cara puede estar allí en ese recuerdo. Bueno pues a Renesmee le sucedió algo parecido con los recuerdos de Edward, más adelante lo explicaré mejor. Esto es solo para que no se queden con cara de WTF?

Besos